Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz

Inyección de euforia

La acción de los bancos centrales es positiva, pero hay que perseverar en el autocontol

Actualizado:

Los principales bancos centrales del mundo activaron ayer la alianza que sellaron a finales de 2007 de proveer de liquidez al sistema bancario de forma coordinada. Las bolsas lo celebraron con alborozo, aunque lo sucedido demuestra que, tres años después, el sistema financiero mundial aún está inválido y requiere asistencia. En definitiva, lo ocurrido es bien simple: La Reserva Federal de EE UU, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Banco de Suiza y el Banco de Japón, bien coordinados y con su proverbial discreción, han anunciado un dispositivo para reforzar el acceso a la financiación en dólares de los bancos. Lo harán mediante unos préstamos a tres meses con los que intentarán paliar los problemas que están encontrando las entidades para obtener financiación en la divisa norteamericana. Estas medidas en el fondo representan una fuente más de liquidez para las instituciones de crédito: el BCE ya ofrece a la banca liquidez ilimitada en euros mediante la convocatoria de periódicas subastas. También en dólares a plazos de siete días; ahora ofrecerá dinero a plazos más largos, lo que supone un alivio para las entidades que puedan tener necesidad de la divisa americana. Y los mercados temían que hubiera escasez de dólares, sobre todo en la banca francesa, muy ‘tocada’ por la amenaza griega de bancarrota, lo que retraía el crédito. En otras palabras, el sistema financiero ha cerrado un flanco débil, lo que, percibido por los mercados, ha hecho subir las bolsas, pero quedan otros frentes abiertos todavía por lo que no sería lógica demasiada euforia. Resulta tranquilizador constatar que el sistema financiero global está coordinado y es capaz de autorregularse para resolver sus desequilibrios más graves, pero ello acentúa aún más la sensación de desgobierno político. Tras la quiebra de Lehman Brothers, las grandes democracias propusieron reformas tendentes a revisar las finanzas globales y a imponer sistemas de supervisión y control que evitaran nuevos desmanes. Nada de todo ello se ha hecho y todo indica que el mundo sigue viviendo sobre un polvorín.