Tribuna

La motosierra, la guadaña y la tijera

SECRETARIO 1º DE LA MESA DEL PARLAMENTO DE ANDALUCÍA Actualizado: Guardar
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A pesar del silencio ocioso de Rajoy, las primeras decisiones de los responsables autonómicos y locales del PP, nos ofrecen la posibilidad de participar en un autentico debate programático ante la próxima consulta electoral.

En la estrategia de que la crisis económica haría inevitable el triunfo de la derecha, cuyos dirigentes se han instalado desde el principio en la dinámica de cuanto peor mejor; la actitud del 'líder yacente' de la oposición, avalaba la fundada sospecha de que asistiríamos al fraude antidemocrático del programa oculto.

El inevitable compromiso presupuestario, que deben afrontar todas las administraciones públicas en los últimos meses de cada año, ha obligado a retratarse a los presidentes autonómicos del PP, liderados en términos mediáticos por la señora Cospedal, que se ha destacado por la rotundidad del tijeretazo, generando un pintoresco debate sobre la metáfora del instrumento perpetrador, entre tijera, guadaña o motosierra, en razón de las dimensiones del recorte del estado de bienestar.

El aval sin matices que ha recibido de los máximos dirigentes del PP, encabezados por Rajoy y Arenas, nos ha ofrecido una nítida aproximación a las bases de la respuesta conservadora a la crisis: que la paguen las clases medias, a través del desmantelamiento del estado de bienestar y que les sirva de coartada para la eliminación de los órganos de control de los gobiernos.

Una comparativa de urgencia nos permitiría valorar que aplicar en Andalucía la 'receta Cospedal' supondría: reducir 2.500 plazas en residencias para mayores, que 4.500 profesores de secundaria y 15.000 sanitarios se queden sin su empleo. Se acabaron los discursos del ahorro frente al despilfarro del gasto político, porque Cospedal pega el tijeretazo social pero sube el sueldo un 15% a sus jefes de gabinete y no renuncia a ser uno de los responsables públicos que más cobran, por encima de los 240.000 euros al año.

La derecha ha encontrado en la crisis una excusa, un aliado impagable para justificar su modelo político, siempre orientado a la privatización de los derechos y garantías sociales. Frente a los discursos y simulaciones está la terquedad de los hechos, las evidencias y prioridades del PP allí donde gobierna: despiden profesores en la educación pública pero mantienen los beneficios fiscales y subvencionan las matrículas en los colegios privados; recortan en sanidad y dejan sin pagar las ayudas a la dependencia pero deciden gastar más en publicidad y autobombo, como viene haciendo la Señora Martínez desde la alcaldía de Cádiz.

Ante la evidencia Cospedal, Rajoy, rompiendo mínimamente su letargo, ha tenido que admitir que: 'no hay remedios milagrosos', 'lo que viene no es un camino de rosas' y 'asumo íntegramente las medidas adoptadas', pasando de sembrar dudas sobre la solvencia de la economía española a mostrar la carencia de ideas para hacer frente a la crisis. En su discurso no ha pasado de generalidades tales como 'la consolidación fiscal' que nunca ha concretado en qué consiste, las 'reformas estructurales' contra las que ha votado su partido cada vez que el gobierno socialista las ha llevado al parlamento y la 'reestructuración del sistema financiero' que ya se está acometiendo.

Ante cada compromiso electoral todo partido de gobierno debe mirar hacia su proyecto político, permaneciendo fiel a sus propias señas de identidad, dando cuenta del ejercicio de sus responsabilidades de gestión u oposición y ofreciendo una oferta de futuro en beneficio de los ciudadanos.

La identidad ideológica viene conformada por la memoria histórica, el discurso político y la gestión de gobierno, elementos que deben guardar la mínima coherencia para evitar el desconcierto de los votantes más fieles. En la estrategia de favorecer la abstención entre los electores de izquierda, los portavoces de la derecha son especialmente activos en la fabricación de supuestas contradicciones entre las medidas de gobierno y las señas de identidad histórica de los socialistas.

Resultaría cómico, si no fuera una muestra más del cinismo al que nos tienen acostumbrados, contemplar a los dirigentes y voceros de la derecha rasgándose las vestiduras por las supuestas desviaciones ideológicas de la izquierda en el ejercicio de sus responsabilidades de gobierno. En realidad se preocupan porque los socialistas gobiernen, no por la supuesta derechización de las medidas adoptadas.

En materia de derechos civiles la frontera ideológica aparece más nítida, tanto por voluntad de los dirigentes de la derecha como por la tutela de los sectores confesionales, especialmente sensibles ante medidas como: la modificación de la ley del aborto, el implantación de educación para la ciudadanía, la recuperación de la memoria histórica y la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo.

La irrupción del candidato Rubalcaba ha roto la estrategia del programa oculto y sobresaltado el confortable letargo de Rajoy, con sus propuestas de creación de empleo para los jóvenes, de medidas fiscales relacionadas con las operaciones bancarias, los grandes patrimonios y las rentas más altas, obligadas a contribuir en mayor medida al proyecto colectivo contra la crisis. ¿Tendremos la oportunidad de disfrutar del derecho democrático de un debate entre ambos?