Esta España es imposible de parar
Arrolla a Eslovenia con la firma de Navarro tras un arranque incierto y ya está en semifinales
Actualizado: GuardarEs la canción del verano lituano. Poco importan las modas, novedosas partituras o remakes de éxitos del pasado. En la cabeza del Eurobasket, junto a su machacona canción oficial, suena sin cesar un estribillo reconocible a cada nota que inunda el ambiente. España interpreta tan pegadizo tema. Su juego, su defensa y su calidad casi sin límites en ataque sirven para que la rendición rival sea cuestión de tiempo, de minutos. Afrontaba ayer el día 'D', el temido partido sin retorno, con cierto cosquilleo. Le nubló las ideas, pero solo temporalmente. Tuvo paciencia, se cercioró de lo que no hacía bien, verificó que Eslovenia se había lanzado a un ascenso suicida, atacando desde la misma salida, y procuró adecuar su ritmo a la caza de los de Maljkovic. Claudicaron comos se esperaba, por cierto.
Maljkovic, perro viejo, intentó lo único que podía. Más allá de zonas de quita y pon, quiso forzar la baza del juego interior. Dio licencia de 007 a Lorbek y Begic y se fueron ambos postes a la guerra con lo puesto. Repartieron mandoblazos a los que los españoles contestaron aumentando la distancia. Encajaban varias manos, perdían a los puntos, pero se libraban de estar en el radio de acción de uno uno-dos, de algún gancho demoledor.
Malas sensaciones, con Navarro en su versión más individualista, asumiendo mucho balón, demasiado. Su alejamiento del grupo lo pagó con cuatro pérdidas. 16 puntos encajados en cinco minutos, a los que España había llegado generando solo tres lanzamientos en 180 segundos. No podía ser. Todo esto que se trae entre manos Scariolo es mucho más sencillo. Llamó a consultas a sus pesos pesados y se restableció la normalidad. ¿Cómo? Haciendo lo que era evidente que acabaría por reventar la cerradura. Juego interior a cucharadas. Gracias a él pudo salir del garaje la apisonadora.
La guió quien más tenía que enmendar. Navarro en su versión más explosiva. Iba quedando atrás el lastre de un Pau Gasol incómodo (2 de 8), de las 10 pérdidas sufridas al descanso, de la escasez de ventajas. El nivel defensivo subió desde la marca del 'stand by' a la de plena potencia y Eslovenia comenzó a quedarse clavada. Era el riesgo que corría. Apostó todo a una carta, pero la jugada era inviable. Aunque hubiera logrado el intercambio de cromos al que parecía optar con el reparto de faltas, su condena era inaplazable.
Navarro demostró ser un jugador de otro planeta. Sus constantes vitales parecen no alterarse. No así las de sus rivales -tuvo una enganchada con uno de los Dragic tras dañar a Calderón-. Dos canastas de dos, más un triple, más otras dos de dos y como postre tres aciertos más desde la línea mágica. Total: 19 puntos en el tercer cuarto, partido a la buchaca y posibilidad para Scariolo de economizar. Fue de tal magnitud el seísmo que provocó que actuaciones como la de Pau Gasol (19 puntos y 16 rebotes, aunque con un mal porcentaje de 6 de 16) quedaran confinadas a la valoración residual de los guarismos.
España dinamitó la eliminatoria. Acumulaban los eslovenos apenas una decena de puntos en 17 minutos y los campeones en título coronaban el puerto con una efectividad atroz. 7 de 8 en tiros de dos y 7 de 10 en triples en el glorioso apuntado tercer acto de la función. Vamos, que veían el aro con el radio de un neumático de camión.
Otra muesca en el camino, un nuevo paso recorrido, una vuelta más consumida ante la inminencia de la meta. Se tomaron su tiempo para cumplir su tarea. Sabían que acabarían en el plazo previsto. Y les sobró material que reservan y energía para futuros encargos. El próximo es certificar su plaza olímpica camino de la gran final.