LOS SOSPECHOSOS
Actualizado:Es imposible hacer el catálogo de desertores, ya que varía según las encuestas. ¿Quién puede garantizar que alguien permanezca fiel a sus convicciones sabiendo que no tenía ninguna? Hay muchos seguidores de Talleyrand, que además de clérigo era cojo, y cuando le reprocharon su falta de fidelidad dijo que él era «un humilde servidor de los acontecimientos». Se le ha reprochado al señor Bono que tire la toalla antes de disputar los últimos asaltos. Quizá la esté utilizando para secarse la repoblada cabellera, pero la verdad es que no tiene un pelo de tonto. Ve venir las encuestas antes de que se encarguen.
Aumenta el número de sospechosos de profuguismo y empiezan a contarse con anterioridad a que se produzca la huída. Algunos son acusados de no infundir sospechas, ya que conservan sus cargos hasta que los confirmen sus enemigos en otros o en el mismo que desempeñaban. Siempre ha sido inferior el número de los que mueren por la patria que el de los que han logrado vivir de ella, pero lo verdaderamente llamativo es el aumento de las personas que imaginan conjeturas ciertas. No es que vean fantasmas, es que les están pisando las sábanas y se agarran a ellos para no caerse.
La desconfianza, en mayor o menor grado de recelo, se da por tierra, mar y aire. Empezó por los ríos, discutiendo la paternidad del Guadalquivir, «gran rey de Andalucía», según Góngora, y ha continuado con el Garoña, al que ahora acusan de calentar la temperatura del Ebro. Ya sabemos que hay afluentes que jamás han estado de acuerdo con su curso e historiadores que nunca se han sentido conformes con el curso de la Historia. Todo seguirá muy enredado hasta que no paguemos nuestras deudas. El dinero, mejor dicho su ausencia, lo enturbia todo. En nuestro Cancionero Anónimo pueden leerse palabras consoladoras: «Turbias van las aguas, madre, turbias van, más ellas aclararán». Personalmente tengo la sospecha de que no me va a dar tiempo para ver la limpieza de tanto barro. Van a faltar 'fregonas'.