Noticias esperanzadoras en Centroamérica
Países como El Salvador y Guatemala comienzan a respirar un poco de Justicia tras unas largas y duras guerras que acarrearon violencia, muerte y mucho sufrimiento
PERIODISTA Y ESCRITORAActualizado:Este agosto hemos visto como el Ministerio de Defensa de El Salvador puso a disposición de la Justicia aunque posteriormente los liberó a nueve militares implicados en la matanza del jesuita español Ignacio Ellacuría y de otros cinco sacerdotes así como de la cocinera y su hija de 16 años. La masacre ocurrió el 16 de noviembre de 1989 en pleno conflicto armado. Dichos militares fueron reclamados el pasado mes de marzo por el juez Velasco de la Audiencia Nacional. A pesar de su liberación todos ellos fueron identificados, lo que significa que el juez puede recurrir esta decisión y aportar la documentación restante para su extradición.
Ellacuría fue nombrado director de la revista de Estudios Centroamericanos en donde escribió un famosos editorial «A sus órdenes, mi capital» que le causó muchos disgustos, entre ellos la retirada de apoyo económico del Gobierno salvadoreño a la UCA (Universidad Centro Americana). Tres años después fue nombrado rector de dicha Universidad y se multiplicaron las amenazas, los destierros y las intimidaciones hasta que el 16 de noviembre de 1989 fue asesinado junto a sus compañeros por una unidad de elite del batallón Atlacatl bajo las órdenes del coronel René Emilio Ponce, fallecido el pasado mes de mayo.
Las investigaciones dirigidas por el congresista estadounidense Joe Moackey, así como por la Comisión de la Verdad, auspiciada en 1993 por la ONU, determinaron que en la noche del 15 de noviembre de 1989, Ponce se confabuló con otros cinco altos jefes militares y ordenó el asesinato del sacerdote Ignacio Ellacuría «sin dejar testigos».
Ellacuría, así como sus compañeros muertos, era uno de los principales representantes de la Teología de la Liberación, corriente dentro de la Iglesia latinoamericana que quería acercar la Iglesia a los más pobres.
Otro importante defensor de los derechos humanos fue el arzobispo salvadoreño Óscar Romero asesinado mientras celebraba la eucaristía en marzo de 1980. Hay que tener presente que en El Salvador solo en dos años (del 79 al 81) más de 30.000 civiles fueron asesinados por escuadrones de la muerte. Posteriormente llegó una guerra pura y dura en donde los militares salvadoreños bombardearon minuciosamente el país. Este año el presidente Obama acudió a la tumba de Romero a rendirle un merecido homenaje.
Otra buena noticia relacionada con la Justicia en Centroamérica es la condena a 6.060 años a cuatro militares guatemaltecos por la matanza en la aldea Dos Erres, al norte del país, de 201 campesinos en diciembre de 1982. Dicha matanza , una de las más duras de la guerra en Guatemala, tuvo como principal responsable al general Ríos Mont, el cual llegó a ser presidente de la República .
Cuando las tropas llegaron a la aldea Dos Erres, separaron a los hombres de las mujeres. A los primeros los torturaron para después asesinarlos. A las mujeres tras violarlas las asesinaron y finalmente acabaron con la vida de los niños.
Guatemala sufrió una de las guerras internas más largas de América Latina. Durante 36 años se cometieron masivas violaciones de los derechos humanos. «Las peores matanzas fueron entre 1979 y 1983 y la mayoría de ellas cometidas por las Fuerzas Armadas», recuerda la líder Rosalinda Tuyuc, presidenta de la Asociación de viudas, una de las organizaciones más potentes del país.
En el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, Verdad y Justicia se habla de 630 matanzas colectivas, principalmente de indígenas. Con un balance de 200.000 muertos, 45.000 desaparecidos y más de 50.000 viudas y huérfanos. El conflicto concluyó con los Acuerdos de Paz de Chapultepec, firmados en enero del 92.
Y finalmente podríamos añadir otra noticia esperanzadora. El juez Santiago Pedraz de la Audiencia Nacional ha decidido ampliar a los crímenes de género su investigación sobre el genocidio maya que se llevó a cabo en Guatemala entre el 79 y el 86. El magistrado considera que las 1.465 violaciones de mujeres tenían como objetivo acabar con ese grupo étnico «no solo a través del exterminio físico sino también del quebrantamiento de su estructura social». «Muchas de ellas fueron sometidas a esclavitud sexual... Mientras duraban los asedios a algunas mujeres las mantenían con vida para ejercer sobre ellas continuas agresiones sexuales», relata el magistrado
Más de medio millón de mujeres y niños mayas tuvieron que desplazarse a otras comunidades o huir a las montañas donde muchos murieron de hambre y frío.
Tras muchos años de espera se comienza a respirar una justicia necesaria y reconfortante para miles de víctimas que no han olvidado su tragedia. Sirva de ejemplo.