Esa mala educación
Siempre hay una coartada: la religión. Educación para la Ciudadanía o hablar de usted al profesor
Actualizado:Las salas de máquinas de la precampaña ya han recurrido a la Educación, una vez más, como combustible para elevar la temperatura en las trincheras. En definitiva es material sensible que arde con facilidad. Desde luego si algo no necesita el debate de la Educación es eso, pero ¿desde cuándo eso importa, y sobre todo en precampaña? Los titulares sulfúricos, las declaraciones obscenas, las manifestaciones en la calle, los manifiestos del ‘clan de la ceja’, los predicadores de la carcunda con sus apocalipsis… Y naturalmente una vez que la clase política ha logrado convertir el gran debate en un pequeño debate, ya tienen un debate a su medida. Ahora solo se trata de echar leña, consumiendo la Educación como el tren de los hermanos Marx, al grito de ¡más madera!
Este fuego es intencionado, según la costumbre nacional, y con más de un frente. La primera llama prendió por cortesía de Esperanza Aguirre, pirómana de reconocido prestigio, reprochando públicamente a los profesores que solo trabajen veinte horas cada semana. Se trata de un lugar común del populismo, del que Aguirre ha tenido que desdecirse al tratarse de una falsedad palmaria. Por demás, el informe ‘Panorama de la Educación’ de la OCDE constata que los profesores españoles imparten considerablemente más horas de clase que la media; y no es el único mito que desmonta. El segundo frente procede de la izquierda, otro cliché recurrente: ¡la derecha quiere cargarse la Educación pública! Así queda todo situado en el terreno confortable de los maximalismos populistas. Es eso que Mae West llamaría con hastío ‘the same old story’, la misma vieja historia de siempre.
Volver la vista atrás es topar con las siglas LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE, LOU… un caudal de leyes concebidas siempre desde el sectarismo, ya sea de izquierda o de derecha, por un gobernante mesiánico con la boina calada hasta el entrecejo o con los mandamientos del manual progre de turno. Es asombrosa la resistencia a aceptar que la Educación o es de todos o no es. Hace quince meses, tras una larguísima negociación esperanzadora casi cerrada, Cospedal reventó desde Génova el Pacto de la Educación porque distorsionaba sus tácticas electoralistas, sin molestarse en formular más que unas vagos excusas apenas con fundamento. En definitiva ¿para qué? Y eso previsiblemente mismo volverá a ocurrir desde Ferraz como ya se dinamitó la ley Aznar. Siempre hay una coartada –la religión, Educación para la Ciudadanía, o hablar de usted al profesor poniéndose en pie, esa ocurrencia de Sarkozy que para algunos es todo su programa educativo– para no hablar seriamente de Educación ante el futuro. Podría notarse demasiado que algunos no tienen nada que decir.