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María Dolores González Katarian, 'Yoyes'.
ESPAÑA

'Yoyes', una decisión que le costó la vida

Hoy se cumplen 25 años desde que ETA asesinara a una de sus históricas dirigentes por abandonar la banda

LORENA GIL
BILBAO.Actualizado:

«Estoy en una situación muy delicada, entre la espada y la pared. Unos me acusan de ser dirigente, con lo que pueden matarme si piso Francia, y otros (ETA) ponen el grito en el cielo, con lo que tiene de peligroso, como si se tratara de una traición».

María Dolores González Katarain, más conocida como 'Yoyes', recogió en un diario sus reflexiones y temores tras dar un paso que la marcaría para siempre: abandonar ETA. Renegar del uso de la violencia con fines políticos y hacerlo de forma pública le costó la vida. El 10 de septiembre de 1986, tal día como hoy hace 25 años, los que fueron sus compañeros en la banda terrorista durante más de una década la asesinaron en Ordizia, delante de su hijo, Akaitz, de tres años. La valentía que demostró 'Yoyes' en una época en la que las víctimas de ETA se contaban por decenas contrasta con el escenario que vive hoy Euskadi: en plena tregua de la banda y con la apuesta de la izquierda abertzale por las vías pacíficas.

González Katarain nació el 14 de mayo de 1954 en una familia que, pese a las diferencias ideológicas, estaba unida por «unos lazos muy sólidos», señala su círculo cercano. Su madre procedía de una tradición de agricultores vascos con fuerte identidad nacionalista, mientras que su padre, que creció en Castilla, se consideraba «más español que vasco», según el libro 'Desde su ventana', que un año después de su asesinato pubicarían varios de sus familiares y amigos. 'Yoyes' era la segunda de ocho hermanos, parte de los cuales simpatizaban con ETA. «Para estos supuso una auténtica sorpresa que dejara la banda», aseguran quienes compartieron con ella aquel momento. A pricipios de los setenta, en plena etapa escolar, empezó a formar parte de un grupo clandestino de discusión política. Como «aficionada a la lectura» se interesó por la teoría marxista y los ensayos sobre el nacionalismo vasco. En 1972, cuando se trasladó a San Sebastián para estudiar Magisterio, ya se había incorporado a ETA y solo un año después escapó a Francia, donde permaneció en activo durante otros doce. Se alinió con la vertiente militar y llegó a ser la única mujer con alta reponsabilidad en la banda.

Tras el asesinato en 1978 de José María Beñarán Ordeñana, 'Argala', a manos del Batallón Vasco Español, 'Yoyes' pasó a ocupar su puesto en la organización. Un relevo que apenas duró un año. González Katarain dejó el cargo y comenzó a distanciarse de la banda. «No quiero actuar en apoyo de una lucha que ha degenerado en algo terrible, dictatorial y mítico, contrario a mis valores y sentires más profundos y constantes en mi trayectoria», llegó a declarar.

No sería la única. Varios meses después abandonó ETA y se trasladó a México. Sus compañeros le pidieron que mantuviera su marcha en silencio, algo que resultó imposible. Permaneció en el exilio hasta 1985, periodo en el que tuvo a su hijo Akaitz, y acogiéndose a la amnistía de 1977 que se aplicó a todos los miembros de ETA, optó por regresar a casa. En una primera etapa se instaló en París. Más tarde volvió a Euskadi, junto a su marido, Juanjo Dorronsoro, con la esperanza de que la hubieran olvidado.

Necesidad vital

Pero 'Yoyes' no era un miembro cualquiera de la banda. «La vuelta al ámbito familiar era su mayor deseo, era como una necesidad vital», reconocen en sus círculos. Un reencuentro del que apenas disfrutó un año. En 1986, meses antes de su asesinato, la revista 'Cambio 16' publicó un número con el titular 'El retorno de la etarra' que hizo saltar las alarmas en ETA. La noticia dio pie a que ETA y Herri Batasuna emprendieron una campaña contra su persona mediante pintadas amenazantes en Ordizia, en las que se la tachaba de «traidora» y «chivata». De puertas para fuera, optó por guardar silencio. «¿Aún seguís confiando en ellos? Si utilizan los votos para seguir matando», advirtió 'Yoyes' a unos amigos apenas una semana antes de que la acribillaran a balazos.

Para ETA, la publicidad del caso supuso una «traición» imperdonable, y 'Yoyes' no tenía ya quién la apoyara. Antes de volver a Euskadi, Txomin Iturbe, entonces máximo dirigente de la banda, le garantizó que no actuarían en su contra. No obstante, su detención en Francia, en abril de 1986, acabó con el pacto de no agresión. La nueva cúpula, formada por Francisco Mújica Garmendia, 'Pakito'; José Luis Álvarez Santacristina, 'Txelis', y José María Arregi Erostarbe, 'Fitipaldi', ordenó su asesinato. Los encargados de ejecutarla fueron José Antonio López Ruiz, 'Kubati', y José Miguel Latasa Guetaria, 'Fermín'. Cuatro de los cinco son ahora disidentes de ETA, como muchos otros presos de la banda.