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Economia

El desacuerdo sobre cómo afrontar la crisis y evitar la recesión acucian al G-7

La cumbre de Marsella trata de conciliar austeridad y reactivación en respuesta a la amenaza económica global

FERNANDO ITURRIBARRÍA
PARÍS.Actualizado:

Las divergencias sobre las formas de abordar la crisis y de encontrar soluciones convicentes a la amenaza de recesión global presidieron ayer la reunión de los responsables financieros del G-7 con un nuevo descalabro de los mercados bursátiles como telón de fondo. La disyuntiva entre rigor o reactivación instalada a ambas orillas del Atlántico y las divisiones entre los socios europeos en torno a la problemática de las deudas soberanas centraron los debates de la cita convocada en Marsella por la presidencia francesa del grupo de las siete países más ricos de occidente.

Lo que era una cumbre de rutina para preparar el G-20 de Finanzas del próximo día 23 en Washington se transformó por culpa de la inquietante actualidad en un conciliábulo con expectación multiplicada. El negativo contexto acrecentó aún más los esfuerzos para cumplir el propósito de brindar un mensaje común de confianza con el que habían acudido a Marsella los ministros de Finanzas de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.

Completaron la lista de participantes los gobernadores de los bancos centrales -incluido el del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet-, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, y los máximos responsables del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde; del Banco Mundial, Robert Zoellick; y del Consejo de Estabilidad Financiera, Mario Draghi, futuro presidente del BCE.

Curarse en salud

En una entrevista publicada por el periódico francés 'Le Figaro', el anfitrión de la cumbre, François Baroin, se había curado en salud para evitar decepciones al anunciar que no habría comunicado final sobre lo tratado durante la cumbre. «Sobre la dirección que hay que tomar entre reactivación y consolidación presupuestaria, algunos son partidarios de una acción uniforme. Yo, por mi parte, tengo tendencia a buscar lo que se adapta a la situación de cada uno», previno el ministro francés de Economía y Finanzas.

Las diferencias de enfoque cristalizaron minutos antes del inicio del cónclave cuando el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, instó a los gobernantes europeos a que demuestren su voluntad política de sostener a los estados de la eurozona más endeudados sin abandonar las reformas. «Los países más fuertes de la zona euro son totalmente capaces de absorber esos costes que serán mucho más elevados para ellos y para sus economías si no hacen nada», advirtió en unas declaraciones a la cadena Bloomberg Television.

A guisa de respuesta, el comisario europeo para Asuntos Económicos, Olli Rehn, subrayó que Europa debe concentrar la prioridad en la reducción del déficit antes que en medidas de reactivación. Desde la óptica del ajuste presupuestario, el contraejemplo sería el plan para el empleo de 447.000 millones de dólares anunciado por el presidente estadounidense Barack Obama para relanzar la economía y estimular el crecimiento aun a costa de agravar provisionalmente el peso del déficit y de la deuda.

Los ministros del G7, a los que sumará el de Rusia, reciben hoy en Marsella a los responsables de Finanzas de Egipto, Túnez, Libia, Catar, Turquía, Arabia Saudí, Emiratos Arabes Unidos y Kuwait para concretar las promesas de apoyo financiero a la Primavera Arabe. Según las cifras iniciales facilitadas por Túnez, los planes de ayuda comprometidos en el fomento de las transiciones democráticas rondarían globalmente los 40.000 millones de dólares.