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La cara del coronel también desaparecerá de los billetes

El gobernante llegó a vender casi el 20% de las reservas de oro del país en los meses de la revolución

M. AYESTARÁN
TRÍPOLI.Actualizado:

Aunque el dictador libio sigue en paradero desconocido la transición ya está en marcha. La nueva Libia emitirá nuevos billetes sin la cara de Gadafi -presente en los billetes de uno y cincuenta dinares- que podrían estar circulando en un plazo de seis meses, según las nuevas autoridades encargadas de las finanzas del país. Para lo que deberán seguir esperando es para saber cuánto dinero se llevó la familia Gadafi ya que «contaban con un doble sistema de contabilidad», informó Wafik al-Shater, miembro del equipo de estabilización financiera del Consejo Nacional Transitorio (CNT). La nueva Libia respetará los contratos firmados por el régimen con empresas extranjeras, aunque se investigarán posibles irregularidades. No obstante, esperan recuperar los niveles previos a la revolución de producción de petróleo «en un plazo entre doce y veinticuatro meses».

El Gobernador del Banco Central, Qasem Azzuz, reveló que Gadafi vendió casi el 20% de las reservas de oro en los meses de la revolución, pero quiso enviar un mensaje de tranquilidad a los ciudadanos ya que «el país tiene fondos suficientes para reanudar la economía nacional y proporcionar los servicios básicos». De acuerdo con las cifras proporcionadas por Azzuz, el Banco Nacional Libio tiene 25.000 millones de dólares (18.000 millones de euros) en el interior del país y unos 90.000 millones de dólares más localizados en el exterior. Las 29 toneladas de oro vendidas por el dictador fueron cambiadas en dinares para pagar los salarios. Azzuz señaló que Saif el-Islam trató de apropiarse de dinero estatal, pero que funcionarios leales a la revolución impidieron que se llevara cantidad alguna.

Los comercios vuelven a estar bien surtidos, hoteles y restaurantes van abriendo sus puertas, ha vuelto el agua a gran parte de la ciudad y van desapareciendo las colas frente a las gasolineras, cuyos precios ya son los mismos que antes de la revolución.