España aprueba otra asignatura
La selección supo ganar a Alemania de Nowitzki con sufrimiento y empaque en el último cuarto
VILNIUS. Actualizado: GuardarHoras después de acabar el partido, cuando el Turquía-Francia estaba en el descanso, Fernando San Emeterio lograba acercarse a la zona mixta tras un protocolo antidopaje que se le complicó. Cosas de las ganas. El choque contra Alemania había comenzado su digestión, el ritmo cardiaco dibujaba gráficas de reposo y la vista se avanzaba para percibir la siguiente piedra en el camino. Pero quedaba aún latente la sensación de que se había jugado con fuego. O algo similar. Las referencias a la similitud con las formas de la única derrota española en Lituania fueron constantes, surgiendo de los propios protagonistas que actúan en la cancha. Se pareció mucho a lo de Turquía, cierto. La gran diferencia es que ayer 'La Roja' carburó en el tramo final de una travesía incómoda y atropellada por una senda sin brea y sí sumó más puntos que su rival.
Lo hizo a caballo entre una defensa muy agresiva que anuló a Dirk Nowitzki y la seguridad en ataque de Pau Gasol. Ambos estaban llamados a ejecutar la suerte del partido. Pero no partían en igualdad de condiciones. El alemán recibió el estandarte de los suyos y abanderó a la tropa germana. El barcelonés se asomó a la trinchera cauto, convaleciente aún de la última herida en acto de servicio, decidido a gastar un comodín con tal de ayudar al equipo a ganar un choque que, consumada la faena, libera de presión a España. Tanto estaba mediatizada la cita por el gran reto personal entre tan fulgurantes estrellas de la NBA que casi extrañó que no fueron ellos quienes más gustaron a la cámara.
También con el marchamo de la mejor Liga del mundo, las secuencias estelares tenían en plano constante a Marc Gasol y Chris Kaman. Cruce de guantes, cuerpos plagados de cardenales como recuerdos de cada embestida, reparto de méritos y aplausos. Al español le cundió más el depósito de combustible que al de Michigan, hijo de un país ajeno, desconocido, gracias a la entrada en escena de una abuela teutona. En ese aspecto, tranquilidad. Nowitzki estaba mucho más entero que Pau, pero su ventaja, pese a llegar 9-0 al descanso, era más testimonial que nunca y las tablas técnicas eran una realidad en la incidencia de ambos en el resultado.
Los pequeños
Preocupaba que España no dominara las cinchas con mayor determinación. Una lectura básica, elemental, del juego decía que si había equilibrio en el juego interior, la dependencia de los pequeños era la clave. No tiene Bauermann moscas cojoneras -con perdón- capaces de dar la sobremesa en su totalidad. España sí. No fue una de ellas Calderón, errático en la asunción de la responsabilidad tiradora. Tampoco Rudy Fernández, por primera vez en el certamen espeso y distraído. Lo fueron San Emeterio como alternativa anotadora y Ricky Rubio con destellos que iluminaron parcialmente su lúgubre existencia lituana.
Las dudas, razonables, se extendieron durante la primera parte. El ritmo cansino que acabó imponiendo Alemania dejaba a los de Scariolo con el freno de mano echado. Se espabilaron con el paso adelante dado por Pau Gasol. Inició la reanudación con un dos más uno y seis puntos en los primeros dos minutos. Era la señal que sus compañeros esperaban. En ese lapso ya habían recuperado más balones que en toda la primera mitad. Por fin se veía que España sabe correr y cuando lo hace apabulla a quien se interponga. Pero quedaban flecos que se fueron acumulando en la hélice. Solo seis asistencias, síntoma de que no se lograba superar la última barrera, llegar con las ideas lo suficientemente claras a la pintura rival. Al margen del día de Lituania, la cesta sigue reducida cuando la miran los de Scariolo.
Un punto de ventaja antes de que sonara por última vez en el día el 'acción' del director. Reválida anunciada por el mayor de los Gasol servida en bandeja de plata. Mordió cuanto tuvo a su alcance y sacó el coraje que le ha convertido, junto a su calidad, en un grande entre los grandes. Necesitaba un escudero exterior y lo halló en San Emeterio. Y pidió un especialista en minas y Ricky Rubio se presentó voluntario. Misión cumplida. España ya tiene dos victorias y Alemania, que solo es Nowitzki, verá las próximas Olimpiadas en modo 'sillón-ball'. También el hijo de Sirius. Ayer, Pau, en un descuido, le quitó las pilas y dejó de brillar.