Unas memorias previsibles
Mariano Rajoy pasa por 'En confianza' sin profundizar en detalles, y deja un libro alejado de entresijos políticos y sin novedades interesantes
MADRIDActualizado:Es lo más parecido a una nota de prensa de una editorial, solo que se trata de unas memorias de 280 páginas. 'En confianza. Mi vida y mi proyecto de cambio para España' es el libro autobiográfico de Mariano Rajoy que resume muy bien cómo es el personaje de puertas afuera. Sin una palabra más alta que otra, sin contar nada de la intrahistoria de sus decisiones políticas, sin autocrítica ni personal ni para los suyos, las únicas aristas son para los rivales socialistas, ninguna novedad cuando el autor del texto es el presidente del PP. Si alguien espera sorprenderse en las memorias de Rajoy que se desengañe. Son como él, previsibles.
El relato, profesoral, lleno de reflexiones y sin aspiraciones literarias, solo es prolijo en detalles cuando habla de sus primeros años, el trasiego de ciudades, sus vacaciones infantiles, el colegio, público y privado, las jornadas de pesca con su padre el juez y los aperitivos en familia de los domingos cuando los niños bebían "butano". Sus recuerdos de juventud confirman que el líder de la oposición no sacó los pies del plato ni en los años más rebeldes de cualquiera.
Su mayor aventura consiste en una escapada a Ibiza contra la opinión de su padre, omnipresente en la primera parte del libro y la persona, sin duda, que más ha influido en el aspirante a la Moncloa. También relata alguna peripecia de la 'mili' en Valencia que es identificable con las de todo el que haya pasado por ese trance. Se topó con una sargento, parece que chusquero, que encargó a aquel precoz registrador de la propiedad las tareas de limpieza, y se hizo un experto en Ajax, estropajos, fregonas y bayetas.
De puntillas
Pero de entresijos políticos poco o nada. Cuenta que entró en política, una vez muerto Franco, porque sus amigos de Pontevedra estaban en Alianza Popular y que desde el primer momento le fue muy bien. Ganó elección tras elección, y fue llamado a Madrid. Tiene un recuerdo afectuoso con Antonio Hernández Mancha, uno de los innombrables en el PP, pero, sobre todo, con José María Aznar, del que recuerda el detalle de estar en los funerales por la muerte de su madre a consecuencia de una leucemia.
El desastre del 'Prestige' lo resume con una alusión a su gestión de la crisis instalado con su equipo en A Coruña; el rechazo masivo de la ciudadanía a la presencia de España en la guerra de Irak lo achaca a un problema de comunicación; despacha su designación como sucesor de Aznar en unas líneas, solo revela que estaba informado por el presidente del Gobierno antes de la crucial reunión con Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, y que le escogió por su "experiencia"; el 11-M es un relato plano del que lo más destacable para él son los ataques de aquellos días a las sedes del PP y la intervención de Alfredo Pérez Rubalcaba.
La derrota electoral de 2008, que estuvo a punto de costarle el liderazgo del PP, reconoce que fue un mal momento en el que pensó en tirar la toalla, pero para nada menciona los conciliábulos y conspiraciones urdidas en su contra. No pasó nada, no hubo, según su versión, movimientos internos en el partido para moverle la silla. Pero esta ausencia de nombres propios no es monopolio de sus detractores, en el libro, aparte de las familiares, hay pocas menciones personales.
A lo largo de las páginas intenta demostrar que su divisa personal, "sensatez, razonabilidad, pensar las cosas con calma y sopesar pros y contras", no es un tópico. Es que él es así. Y así son sus memorias.