A por las sandalias en jet privado

Podría sonar al último capricho de Paris Hilton, pero ha sido una destacada política de la India la protagonista de esta excentricidad. La principal ministra del estado de Uttar Pradesh, Mayawati, del partido Bahujan Samaj, envió un jet privado vacío a la ciudad de Bombay para que recogiese sus sandalias favoritas. Quien sabe si firmadas por alguno de los grandes diseñadores que suelen vestir los pies de la rica heredera. Un exceso digno de Paris, con la salvedad que ésta sólo debe rendirle cuentas a su contable, y en todo caso, a su familia. Y no a todo un país, encima, uno de los más pobres del mundo.

No es la única extravagancia de la hindú que ha salido a la luz gracias a un cable de Wikileaks, enviado por el cónsul político de la Embajada de Estados Unidos en Nueva Delhi en octubre de 2008. En él se la describe como una «ególatra de primer orden, obsesionada con convertirse en primera ministra». Sus ansias de poder son vox populi, y no intenta disimular unos aires de grandeza que le han llevado a erigir decenas de estatuas de sí misma en parques de la capital del estado, Lucknow. Para que sus habitantes la tengan siempre presente.

El cable continúa con calificativos como «paranoica excéntrica». Sobre todo, a causa del control enfermizo que mantiene sobre los niveles de poder en su entorno. Todo debe tener su visto bueno -o el de su reducido número de asesores de confianza-, tanto en asuntos personales como políticos.

Es tal su paranoia -tiene pinchados los teléfonos de buena parte del estado- que solicitó al Gobierno central de la India el máximo nivel de protección posible. «Teme ser asesinada», recoge el cable. Incluso mandó construir «una carretera privada que va de desde su domicilio a su oficina», un trayecto en el que además la acompaña un convoy. Por si algún osado se atreve a interponerse en su camino. Incluso en su casa toma las mayores precauciones en cuestiones tan mundanas y poco trascendentes como la comida. Dispone de nueve cocineros: dos para cocinas, cinco para supervisarles y dos para probar la comida, no vaya a ser que alguien intente envenenarla.

Nada queda de la niña pobre, nacida en una familia de intocables, que soñaba con enseñar a otros niños. Su ambición empequeñeció su anhelo inicial, y le llevó a usar todo tipo de argucias para aumentar su poder hasta llegar a ser una de las mujeres más ricas poderosas del país. Aseguran que la única mejora que Mayawati ha conseguido en la situación de ley y orden en Uttar Pradesh, el estado más poblado y uno de los más pobres de la India, es que «ha centralizado la corrupción en sus propias manos». Los sobornos y las comisiones han sido tan habituales como imprescindibles en la firma de acuerdos del Gobierno con grandes empresas. Incluso los periodistas no se atreven a hacerle frente: los tiene amenzados. Nada malo de ella puede trascender. Como una auténtica mafiosa. Ahora que Wikileaks ha descubierto el pastel... ¿Cómo reaccionará?