Strauss-Kahn y su esposa, Anne Sinclair, muy sonrientes tras su llegada ayer a París. :: REUTERS
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El silencioso regreso de Strauss-Kahn

La vuelta a Francia del exdirector del FMI en vísperas de las primarias socialistas francesas incomoda a sus camaradas

PARÍS. Actualizado: Guardar
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Dominique Strauss-Kahn ya está en casa. Volvió ayer a París a bordo de un avión de Air France. En un aparato de esta compañía fue detenido el pasado 14 de mayo en un aeropuerto de Nueva York bajo cargos de agresión sexual retirados el 23 de agosto por la Fiscalía. Tres meses y medio después el regreso a Francia del que era favorito de la izquierda para desalojar al conservador Nicolas Sarkozy del Elíseo en las presidenciales de la próxima primavera es visto con incomodo por sus camaradas socialistas.

Esta vez DSK completó el vuelo Nueva York-París. Pasadas las siete de la mañana, el exdirector gerente del FMI pisó suelo galo. Poco después apareció sonriente en una terminal del aeropuerto Roissy-Charles de Gaulle ante un enjambre de informadores. Le acompañaba su esposa, Anne Sinclair, la periodista televisiva que se ha ganado los elogios unánimes por el apoyo mostrado en todo momento a su infiel marido.

El matrimonio llegó a media mañana a su domicilio en la parisiense plaza de Los Vosgos, a medio camino de la Bastilla y el barrio gay del Marais, escoltado por una procesión motorizada de reporteros gráficos. Se dejó fotografiar en el patio del señorial inmueble, distendido y relajado, sin hacer declaraciones. La voz más esperada guarda silencio. La clase política, sobre todo el bando socialista, ansía conocer la versión de Strauss-Kahn sobre lo ocurrido en una suite del hotel Sofitel neoyorquino y sus planes en el plano político.

El antaño campeón indiscutible de la izquierda llega a casa en vísperas de unas primarias socialistas que no se hubieran celebrado de no haber quedado fuera de juego. Pero ahora los seis candidatos que aspiran a enarbolar el estandarte del puño y la rosa en la carrera al Elíseo se distancian de él y hacen como si no lo conocieran demasiado.

El papelón más descarado es el representado por la secretaria general, Martine Aubry, que había alcanzado un pacto de no agresión y reparto de funciones con DSK en detrimento de Ségolène Royal, su adversaria común. «Yo pienso lo mismo que muchas mujeres sobre la actitud de Dominique Strauss-Kahn respecto a las mujeres», soltó la semana pasada en un desmarque solo superado por el ex primer ministro socialista, Michel Rocard, quien en plan sexólogo improvisado habló de la «enfermedad mental» del exdirector del FMI y sus «dificultades para controlar sus pulsiones».

Ni la propia guardia pretoriana del líder caído en desgracia cree en una inmediata reaparición de su héroe en la política activa. «DSK no es candidato a la elección presidencial y no volverá a la vida política clásica antes de varios meses», vaticinó el diputado Jean Marie Le Guen. «Frente a esta crisis económica, Francia necesitará su talento y esta prueba inaudita le habrá madurado», opinó Jean-Christophe Cambadélis, otro de sus fieles escuderos. Quien no se mordió la lengua fue la socialista Anne Mansouret para tildar el regreso de «indecente». «Como Polanski, Strauss-Kahn huye de la justicia americana», declaró la examante del economista y madre de Tristane Banon, la periodista que le acusa de haber intentado violarla en 2003. El acusado, que se querelló por calumnias contra la denunciante, prestará declaración próximamente ante los policías que investigan el caso a instancias de la Fiscalía de París.