El vaporoso mar de la memoria
Las dos orillas de la Bahía han estado unidas por el Adriano durante 82 años. El barco había conseguido diversos premios y homenajes que no hacían más que engrandecer su gran historia
CádizActualizado:Hace más de 80 años que llegó a Andalucía José Fernández Fernández acompañado por sus hijos, José, Eduardo y Andrés desde tierras gallegas a bordo del Adriano, motonave que había construido su hermano Antonio en la playa de Mariños de La Coruña. En un primer momento su viaje al sur tenía la finalidad de hacer de puente entre Sevilla y Sanlúcar durante la Exposición Iberoamericana que acogió la capital hispalense durante 1929.
Ese mismo año, el 9 de julio durante la madrugada, estallaba en el muelle de las Galeras la caldera del vapor ‘Cádiz’. El buque se fue a pique y el Ayuntamiento, por motivos de seguridad, prohíbe que los buques a vapor hagan el transporte de personas entre El Puerto y Cádiz. Ese sería el punto de partida para que los sucesivos ‘adrianos’ se hicieran cargo de la línea marítima entre las dos orillas de la Bahía.
El ‘Adriano III’, el último de la saga que se hundía el pasado 30 de agosto, desde el punto de vista tecnológico para uno de los escasos ejemplos que subsistían de lo que fueron los barcos con cascos de madera, productos de una tecnología tradicional ya casi desaparecida. El Vaporcito era un ejemplo de la carpintería de ribera diseñada para el transporte de pasajeros, un total de 200, que el barco podía transportar en cada viaje. Tras tantos años de servicio, los viajes son incontables pero a la vez inolvidables. Alberti dejaba en la elegía del quinto libro de su ‘Arboleda Perdida’ su intención de que sus cenizas fuesen esparcidas desde el Vaporcito ‘Adriano III’ en mitad de la Bahía. El Carnaval le ha cantado coplas por doquier, siendo la más conocida y reconocida la letra de Paco Alba de aquella comparsa de ‘Los hombres del mar’.
Un aniversario ‘de brillantes’
Como compendio de esta historia El Puerto conmemoró los 75 años de vida del Vapor con una exposición en el centro cultural Alfonso X El Sabio, por los cuatro módulos que dividían la muestra pasaron más de 5.000 personas que pudieron adentrarse con profundidad en todos los recovecos de su historia y la de aquellos que dedicaron su vida a los motores y singladuras del ‘Adriano’, como fue el caso de Pepe el del Vapor, el hijo de José Fernández, aquel que trajo a la Bahía el primer Adriano desde Galicia. Fue hasta su muerte historia viva del Adriano. Sentado en el bar Liba, de El Puerto, comentaba los vientos y los temporales que azotaban la Bahía y campeaba borrascas para alcanzar la costa gaditana y volver al muelle portuense.
El Vapor había conseguido sobrevivir con la llegada del catamarán que cubría la misma líneas que él realizaba en la mitad de tiempo y con mayor capacidad. El mágico viaje de 45 minutos a bordo del Vaporcito lo convirtieron en un emblema de la ciudad portuense que lo convirtió en uno de los iconos más importantes del municipio.
Cada uno procesa algún tipo de homenaje al desaparecido buque, algunos escuchan las coplas de Paco Alba mientras que otros comienzan a escribirle sus propias letras para cuando llegue febrero. Leer a Alberti es descubrir su pasión por el mar de la Bahía y el especial cariño que procesaba al barco. Fue el escritor francés, Teófilo Gautier quién inmortalizó al ‘Adriano’ en su ‘Viaje por España’. Incluso Fernando Trueba consiguió que el Vaporcito viajase desde la Bahía de Cádiz hasta la isla de Manhattan en ‘Calle 54’.