«Tengo una silla de ruedas psicológica»
Actualizado: GuardarAntes salía a hacer senderismo con su esposa y sus hijas. Desde que María del Carmen está en la silla de ruedas, y con motivaciones insonsables y relacionadas a sus creencias, lo ha cambiado por una condición de peregrino que ya le caracteriza. No deja, sin embargo, de buscar respuestas en la ciencia. «En un principio, a mi mujer no le sentó demasiado mal porque a ella, antes de conocerme, un doctor ya le dijo que se vería en una silla de ruedas de cómo tenía los pies». Ya sabe que el mal irá a más y que «en la actualidad se conoce que no solo afecta a las extremidades inferiores sino también a las superiores, a la retención de orina, a la audición y a la coordinación del habla». «Tengo una silla de ruedas psicológica», reconoce aun en medio de un estado animoso que le permite tirar del carro. Nunca mejor dicho. Falta le hace porque «si te soy sincero -dice-, he llegado hasta donde he llegado por amistades, pero habrá muchas criaturas que tengan la misma sintomatología y se encuentre con que el traumatólogo o el neurólgo que lo vea pase olímpicamente haciendo como que no se entera de nada». Por otra parte, y consciente de que un mal como el de su mujer puede encontrar un alivio importante en el terreno de la rehabilitación, lamenta que «tantos accidentes laborales o de otro tipo hace que apenas les den dos o tres meses de rehabilitación». «Si tú ya no vas a caminar», señala Perdigones que llegan a decir los médicos en el ánimo de aligerar las cifras de atendidas. Otro ejemplo es el de la aplicación de la toxina botulímica «que han tardado 8 años en dársela».