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DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOSUNA DE PIRATAS

Los periodistas hemos informado sobre un servicio de transporte público que en Jerez ha dado más malas noticias que buenasLa Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

JAVIER BENÍTEZ
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Hace años que no subo a un autobús urbano, y sin embargo hace años que hablo de ellos constantemente. Los periodistas de esta ciudad nos hemos visto obligados a informar periódicamente sobre un servicio de transporte público que en Jerez ha dado más malas noticias que buenas. Parece borroso ya el recuerdo de aquellos tiempos en los que había una red de transporte urbano en condiciones, que realmente respondía a las necesidades de los ciudadanos. Eficiente, con autobuses decentes, como debe ser. Eran los años dorados, si es que alguna vez los ha habido. En aquellos años el principal problema surgía cuando se negociaban los convenios colectivos con Cojetusa y los trabajadores recurrían a la huelga -casi siempre coincidiendo con la Feria o Semana Santa- para presionar a la empresa.

De esta forma, muy criticada entonces por la opinión pública, consiguieron unas excelentes condiciones de trabajo que ahora se han volatilizado a fuerza de incompetencia, deudas, meteduras de pata y abusos. Muchos, servidor incluido, no compartían entonces la estrategia de los trabajadores. Hoy día, desafortunadamente, tienen razones no para convocar una huelga indefinida, sino de por vida. Hace tiempo que Jerez nos da señales inequívocas de que distamos mucho de ser una ciudad moderna y dinámica. El principal síntoma de ello son los vergonzosos datos del paro que arrastramos como una cadena perpetua. Y un conflicto como el de los autobuses urbanos, que tiene maniatados a cientos de ciudadanos, que llevamos padeciendo intermitentemente durante meses, que en este última huelga ya suma cuatro semanas con el servicio del transporte público anulado; no hace más que ahondar el boquete en el que Jerez se encuentra desde hace ya demasiado tiempo. Salvando las distancias, ¿se imaginan que sucedería en ciudades como Sevilla, Bilbao, Madrid o Valencia si durante un mes no hubiese transporte? Aquí el colapso de la ciudad en todos los ámbitos es ya tan importante que parece que nos hemos acostumbrado a vivir sin autobuses urbanos. Pero no nos equivoquemos. La situación es extremadamente grave y requiere de grandes soluciones.

En esta partida hay dos jugadores, el Ayuntamiento y Urbanos Amarillos. El papel de la concesionaria raya lo indignante, pero el del Consistorio, también. Si es verdad que la empresa está incumpliendo el pliego de condiciones ¿por qué no se actúa ya contra Urbanos Amarillos? ¿Hay que pagarles mensualmente, como sostiene la compañía, o anualmente como dice el Ayuntamiento?

¿Qué dice el pliego de condiciones? Si es verdad lo que dice el Gobierno local creo sinceramente que habría que romper relaciones con la empresa e invitarla a que abandone la ciudad. Total, peor que estamos va a ser difícil. El Consistorio debería hacerse cargo del servicio de forma transitoria, rescatarlo a la espera de encontrar una nueva concesionaria que ofrezca las garantías suficientes para prestar el servicio.

Si, ya sé, el Ayuntamiento no tiene un duro. Pero también sé que Jerez no se puede permitir un día más un panorama así. El daño ya está hecho en el descrédito de un servicio de transporte al que le constará Dios y ayuda volver a tener la confianza de los usuarios; en los comercios, especialmente del centro, que han visto caer de forma galopante el número de clientes; y en tantas y tantas personas a las que no disponer del autobús para trasladarse les ha complicado la vida enormemente. Hay servicios básicos, y éste es uno de ellos, que no podemos abandonar por mucha crisis que haya. Una situación así es realmente desastrosa, tercermundista, insoportable. Esta semana leía en 'La Voz de Jerez,' en un magnífico artículo periodístico, que, ante la práctica desaparición del transporte urbano, han comenzado a aparecer taxis piratas en distintas paradas de Jerez para llevar a la gente de un sitio a otro. Al precio de un euro por pasajero. Visto el comportamiento de los actores de esta película y el padecimiento de los que han sido usuarios del autobús en Jerez, se me ocurre preguntar quiénes son realmente los piratas en toda esta historia, y cuándo nos van a devolver todo lo que nos han quitado.

Que ya está bien.