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Deportes/Baloncesto

Lituania, leyenda de ayer y de hoy

El anfitrión, rival de España hoy, nivela raza y calidad para llevar equipo y afición al éxtasis emocional

J. M. C.
PANEVEZYS.Actualizado:

El Cido Arena soporta cascadas de decibelios en los partidos de Lituania. Coinciden con la puntería de Kalnietis, la magia de Jasikevicius... Entre quienes alimentan tal magnitud acústica está Kleiza, lesionado pero activo para seguir los partidos como comentarista, camiseta nacional en ristre, repartiendo aspavientos como sobre el parqué hacía con los mandoblazos. Más sereno, el dios Sabonis sonríe y da palmas mientras sus vecinos (y todo aquel que presente un mínimo de frente baloncestística) le idolatran. Acabó la noche del viernes en el hotel de los periodistas españoles y se mostró amable, aunque esquivo dado que se trataba de su tiempo de asueto.

Hablar de baloncesto en Lituania obliga a santiguarse. Ya ha sido citado el gran Arvydas, integrante de una selección entonces soviética inigualable con compatriotas todos elevados al estatus de héroes. Kurtinaitis, Marciulionis... y Chomicius, enamorado de Torremolinos que ejerce como asistente de Kestutis Kemzura en el banquillo, que es lo más cercano que se puede estar a ocupar un trono en este país. Leyendas del pasado. También las tiene en el presente. Un consejo. Sigan el partido de esta noche contra España por televisión tratando de fijarse en Jasikevicius, otra deidad que se resiste a ocupar su lugar en el reposo del Olimpo.

Es la esencia del showtime, aunque Lituania nutre las alforjas con una aportación de corte comunista. Sus doce hombres promedian más de tres puntos. No conocen el significado del desaliento y cuando hallan el duende sus porcentajes de tiro abaten a cualquiera. Y el público pone el resto para que el rival, en este caso España, lo soporte mal.