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Walter Berry, la estrella del Atlético de Madrid de Jesús Gil. / Archivo
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Cuando a Gil le gustaba el baloncesto

El fallecido propietario del Atlético de Madrid recuperó la 'sección Guadiana' del club en 1990 por una cuestión basada más en el ego que en cuestiones deportivas

LUISMI CÁMARA
MADRIDActualizado:

No fue un enamoramiento repentino. Era más ego que otra cosa, un 'pues yo más'. Jesús Gil prefería deportes más varoniles, con más trabajo sucio. Más de su estilo. Aquellos en los que no solo triunfaban los estetas sobre un pasto verde, en los que siempre surgía un terreno embarrado en donde el más listo -normalmente también el más rudo- sacaba partido y daba una ocasión al plebeyo de quedar por encima del prohombre. El fallecido preboste rojiblanco veneraba, en definitiva, el juego que más se acercaba a su personalidad y a su forma de vivir. Por eso sufría el fútbol como su propia vida, porque cada batalla ganada en el campo suponía una victoria para el que se tenía como el más claro ejemplo del 'self made man', del hombre hecho a sí mismo, capaz de levantarse una y otra vez pese a los palos constantes. Por eso amaba el fútbol, por eso era Atlético.

Gil no entendía de medias tintas. O todo o nada; contigo o sin ti; el exceso en la victoria y el esperpento en la derrota. Y, llevado por uno de sus arranques, decidió recuperar a lo grande la 'sección Guadiana' atlética: el baloncesto. Creada en 1922, apareció y desapareció en varias ocasiones durante el siglo XX sin un proyecto claro de continuidad.

Tras un primer intento frustrado, el presidente atlético decidió que no podía ser menos que Barça y Madrid y debía buscar la fórmula para competir contra ellos en la ACB. La solución se la dio el Collado Villalba, un club modesto de la sierra madrileña con problemas económicos para afrontar la liga en 1990. Y allí entró Gil, una vez más, como un elefante en una cacharrería. Puso al histórico Clifford Luyk en el banquillo y fichó a dos estrellas americanas a golpe de talonario: el saltarín Shelton Jones y Walter Berry, 'el hombre del millón de dólares'. Berry ha sido uno de los mayores talentos ofensivos que han pasado por Europa -alero zurdo, indolente a primera vista pero imparable en el uno contra uno, era capaz de lograr 52 puntos ante el Real Madrid y cerrar la temporada con 33.4 puntos y algo más de once rebotes por encuentro-.

Objetivamente, la temporada resultó positiva, con el equipo eliminado en los cuartos de final por el Joventut, posterior campeón, y clasificado para la Korac. Profundizando un poco más, el orondo empresario dejó su sello y la sección no pudo mantener una identidad propia alejada de la montaña rusa de emociones y decisiones en la que Gil convertía cada proyecto. Cambió de técnico -Tim Shea sustituyó a Luyk- y de americano – Jones se marchó, por problemas de celos con su compatriota y bronca incluida con el dueño del club-. Se cansó de un asunto que no conocía ni le interesaba y aprovechó una discusión con el alcalde de la localidad que acogía al equipo y se escudó en los problemas económicos para dedicarse a su fútbol y a la alcaldía recién conseguida de Marbella. Un año después acabaría con el histórico balonmano, que vuelve este año con el patrocinio al antiguo Ciudad Real, hoy Neptuno. A ver cuánto le dura...