Viajar mirando al cielo
Los fenómenos meteorológicos pueden arruinar unas vacaciones aunque son una excusa para disfrutar de las maravillas de la naturaleza
MADRID Actualizado: Guardar'Irene' no quiso pasar de incógnito. Cuando se acercó la semana pasada a la costa este de los Estados Unidos, los medios internacionales se hicieron eco de la visita que este huracán haría a la ciudad de Nueva York. Con el cierre de su aeropuerto, miles de vuelos se vieron afectados y las vacaciones de más de uno se alteraron sin solución posible. La madre naturaleza habló.
Poco podemos hacer ante la llegada de un huracán, un monzón, un tornado u otros fenómenos atmosféricos que puedan afectar al descanso y relax que muchos buscan encontrar en las vacaciones. Para evitar sufrir las nefastas condiciones climáticas que pueden provocar éstos conviene conocer qué fechas son las más indicadas para viajar a ciertos países y regiones.
Cuándo y dónde
Aunque es arriesgado generalizar en materia meteorológica, en la Cuenca del Atlántico la temporada oficial de huracanes se extiende desde junio a octubre, aunque debido a la amplitud de la zona es posible que en algunos lugares las tormentas tropicales se materialicen en una brisa algo más fuerte y olas más altas.
Si nuestro destino es el sureste asiático y no queremos sufrir el monzón entonces tendremos que tachar del calendario los meses del verano. Esta temporada de lluvias, en la que bajan las temperaturas y se dispara la humedad, varía de intensidad según países, pues mientras que en India y Nepal las precipitaciones pueden ser bastante intensas y llegar a causar serios problemas, en las Maldivas o Tailandia podrían ser sólo tormentas pasajeras. Lo más aconsejable, para no llevarse sorpresas, es consultar exactamente la situación del país en la fecha elegida.
Callejón de los tornados
Pero hay quien prefiere disfrutar de los fenómenos naturales, incluso si son peligrosos. Este el caso de los caza tornados. En el interior de EE UU, en el valle entre las Montañas Rocosas, al oeste y Los Apalaches, al este, existe una zona conocida como las Grandes Llanuras donde se produce uno de los acontecimientos meteorológicos más imprevisibles, los tornados. El aire gélido de Canadá y las zonas polares chocan contra las corrientes cálidas que suben desde el Golfo de México provocando una destructiva espiral de aire ascendente.
Además de los científicos, cada vez son más los turistas, sobre todo europeos y australianos, que se animan a disfrutar de este espectáculo. En la temporada alta de tornados, primavera y verano, se organizan excursiones programadas de una o dos semanas en las que guías y turistas se desplazan en furgonetas en busca de uno de estos bucles.
Luces celestiales
El relámpago del Catatumbo (Venezuela), propuesto como Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco, es una gran tormenta eléctrica que supone la primera fuente de electricidad natural de la Tierra, además de ser el primer generador de ozono atmosférico del planeta. Y es que en la orilla sur del lago Maracaibo se forman tormentas de hasta 10 horas, durante más de 100 días al año. La aparición de una serie de relámpagos de manera continua y con arcos eléctricos de entre 2 y 10 km. caracterizan este fenómeno que se contempla desde cientos de kilómetros de distancia.
Sorprendente es también el conocido fenómeno de la aurora boreal, en el norte o aurora austral, en el polo sur. En los cielos invernales, entre enero y marzo, la oscuridad de la noche deja paso a un espectáculo de luces verdes producidas por el movimiento de partículas cargadas eléctricamente en rápido movimiento. Una visión única inspiradora de leyendas y que es considerada uno de los principales reclamos turísticos de los países del norte, donde también se pueden disfrutar durante junio y julio del conocido como Sol de Media Noche. Días en los que el astro rey no desaparece en el horizonte y el cielo se tiñe de colores rojizos que dotan a los paisajes de una belleza única. Días tremendamente luminosos en los que aunque pueda costar conciliar el sueño se respira un ambiente alegre entre los lugareños, que conocen bien la otra cara de la moneda, la larga oscuridad invernal.