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El Consistorio negocia ya en Madrid con otras empresas de transporte
Tal y como auguraban los trabajadores, la reunión de ayer con Urbanos Amarillos no consiguió desconvocar la huelga
JEREZ. Actualizado: GuardarLa esperanza de una mejora de las relaciones entre Urbanos Amarillos y el Ayuntamiento es tan escasa que dos delegados municipales han estado ya en Madrid negociando con otras empresas del sector del transporte. Así lo confirmó ayer la propia alcaldesa, María José García-Pelayo, que detalló que son los concejales Javier Durá y Enrique Espinosa los que se han desplazado hasta la capital.
La primera edil -al igual que hicieron Antonio Saldaña y Agustín Gómez en el encuentro de ayer- pidieron a la concesionaria «que se posicionen con claridad» y que «si quieren seguir en Jerez, que den muestras de solvencia económica y de calidad en el servicio». Por el contrario, si la empresa prefiere marcharse, el Consistorio le pide que «lo diga ya».
Parece, por tanto, que los representantes municipales compartían esta semana los malos presagios de los trabajadores con respecto al encuentro que se mantuvo ayer. La plantilla ya habían previsto que la esperada reunión que sentó en la misma mesa a las tres partes del conflicto no iba terminar con un acuerdo. Tanto es así que los empleados sigue adelante con la huelga, que cumplirá de esta forma su quinta semana.
«No nos vale que paguen a la plantilla si los autobuses siguen siendo un churrete», dijo gráficamente García-Pelayo. Tampoco es partidaria de rescatar y municipalizar el servicio «porque es costoso y hay otras alternativas». Pero fue más allá al afirmar que el gobierno local «no descarta la resolución de contrato si no hay una voluntad inequívoca, firme, de continuar con el servicio con esas dos condiciones».
Tras más de tres horas de encuentro, lo único que quedó claro es que los usuarios del autobús seguirán siendo atendidos solamente por los servicios mínimos de la huelga. Las críticas arreciaron ayer sobre la empresa, a la que los trabajadores acusan de que tener «una actitud que deja mucho que desear». El Ayuntamiento insistió en el cumplimiento del pliego de condiciones mientras que los representantes de Urbanos Amarillos apostaron por la recuperación de los avales.
Pago anual
Uno de los principales puntos de desunión entre el Consistorio y la concesionaria pasa por el pago del servicio. Según el Ayuntamiento, el abono es anual y no tiene que producirse hasta el próximo mes de mayo. Mientras tanto, el gobierno local les exige que cumplan, entre otras cosas, con el pago de los salarios y la renovación de la flota de autobuses (30 vehículos nuevos antes de diciembre).
Por el contrario, Urbanos Amarillos exige el cobro mensual -unos 300.000 euros- para hacer frente a tiempo a las nóminas de los trabajadores y piden recurrir también al aval entregado al hacerse con la concesión -de seis millones de euros- con la misma intención. «Solo quieren reducir los avales y cuando lo hagan tres veces, podrán irse de aquí dejando las deudas. El aval es lo único que tiene el Ayuntamiento para ejercer presión», indicó el presidente del comité de empresa, José María Romero.
Lo que está claro, según la plantilla, «es que Urbanos Amarillos no tiene la más mínima intención de quedarse aquí». Y son claros al respecto: «Si no quieren poner de su parte, que se larguen». Como prueba de ese desinterés destacaron que «a la reunión no han ido los dueños».
La exalcaldesa, Pilar Sánchez, también metió baza en el asunto insistiendo en lo incomprensible que es que «el gobierno no haya sido capaz de reunirse con la empresa en un mes». Se puso de parte de Urbanos Amarillos al asegurar que debe recibir ingresos mensuales y acusó a los populares de caer en contradicciones respecto al rescate.
«No hay tiempo»
Ante este negro panorama, la plantilla de los autobuses hace un llamamiento al equipo de gobierno «para que actúe con rapidez» porque «nosotros podemos tener paciencia pero lo que ya no queda es tiempo», indicó Romero. Los 154 trabajadores acumulan ya cuatro meses consecutivos sin cobrar, además de lo que les adeuda la anterior concesionaria, Cojetusa.
Así, se agarran a la huelga como un clavo ardiendo porque «ya no hay vuelta atrás» y «no tendría sentido abandonar ahora».