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Los diputados de ERC, BNG, NaBai e Iniciativa, en el momento de abandonar el pleno. :: CHEMA MOYA / EFE
ESPAÑA

Un mercado persa en el hemiciclo del Congreso

Las negociaciones de última hora en vivo y en directo con CiU convirtieron el salón de plenos en una suerte de zoco de regateos

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

Fue un zoco casi desde el inicio. Las negociaciones de última hora, en vivo y en directo y en pleno hemiciclo para atraerse a CiU convirtieron la cámara en una suerte de mercadopersa con ofertas y regateos. Nadie miraba a la tribuna desde la que se hablaba de la Constitución. Todos los ojos estaban en Josep Antoni Duran i Lleida, que hacía como que leía distraído un libro, sabedor, sin embargo, de que era el centro de atención de todos. El portavoz de CiU parecía disfrutar con el ajetreo. Primero Mariano Rajoy hablando con José Bono, luego el presidente dirigiéndose a Soraya Sáenz de Santamaría...

Los rumores crecieron cuando el grueso del Gobierno apareció en el hemiciclo con 15 minutos de retraso, apenas concluido un poco habitual Consejo de Ministros en el propio Congreso. Alfredo Pérez Rubalcaba también llegó media hora tarde. Estuvo siguiendo -mejor dicho, dirigiendo- hasta el último segundo las negociaciones fuera de la cámara para ganarse a CiU. Solo en dos ocasiones, Rubalcaba se dirigió a José Luis Rodríguez Zapatero para darle las novedades.

El jefe del Gobierno pareció durante toda la sesión absorto en lo suyo, a mil años luz del follón de idas y venidas de los diputados del PP, PSOE y CiU. Ni siquiera José Antonio Alonso, el jefe del grupo socialista, se dignó a consultar con él. Solo despachó con el candidato.

Pero lo mejor estaba aún por llegar. El zoco se animó cómo un mercadillo en día de fiesta cuando Bono, al filo del mediodía, anunció que interrumpía «cinco minutos» para que le entregaran las posibles enmiendas transaccionales antes de la votación. Saénz de Santamaría y Alonso, folios en mano, abandonaron raudos el hemiciclo.

Y entonces llegaron las imágenes 'imposibles': el portavoz popular de Economía, Cristóbal Montoro, y otros diputados se dirigieron a la bancada socialista para charlar alegremente con Zapatero, Rubalcaba y Salgado.

Para entonces, el ambiente de compadreo entre populares y socialistas levantaba ampollas entre los nacionalistas y los minoritarios de izquierda. El gesto torcido e indisimulado de Gaspar Llamazares era el fiel resumen del enfado del resto de los grupos, que asistía en directo, pero como convidados de piedra, a la negociación de última hora.

Y de nuevo otra foto rara: Rajoy y Salgado charlando con toda cordialidad en el mismísimo centro del hemiciclo a la vista de todos. Y más imágenes curiosas: Zapatero, solo, casi ignorado por los fotógrafos y con la mirada perdida, mientras que los primeros espadas del grupo socialista se agolpaban junto al escaño de Rubalcaba para estudiar la última oferta a los catalanes.

Media hora

Las voces de los minoritarios arreciaron cuando los «cinco minutos» de Bono se había convertido en cerca de media hora. Entonces, Alonso y Sáenz de Santamaría irrumpieron en el hemiciclo con más papeles y, tras una rápida consulta a Rajoy y Rubalcaba se encaminaron a todo correr hacia Duran i Lleida para hacerle la última propuesta.

Cuando Bono reinició la sesión, el cabreo de los diputados de IU, BNG, ERC y NaBai, que habían anunciado que saldrían de la cámara en la votación, era más que evidente. Bono no les dejó hablar para explicar las razones de su fuga y les invitó a que se fueran del hemiciclo antes de cerrar las puertas. Al final se marcharon. Pero Llamazares se quedó para perpetrar su particular venganza contra populares, socialistas y nacionalistas. Eso sí, tras vetar las dos transaccionales, no pudo irse porque Bono había ordenado a los ujieres que fueran cancerberos de las puertas. El diputado de IU se quedo en un rincón y aguantó desabrido los abucheos de sus colegas.

Parecía que la mañana en el 'mercado' del Congreso no podía deparar más sorpresas, pero faltaba Bono. El presidente de la cámara, justo antes de la votación final, anunció que acababa de llamar a la Real Academia de la Lengua porque había detectado una «incorrección lingüística» en la redacción de la reforma: decía «en relación al PIB» y debía figurar «en relación con el PIB». Los diputados aceptaron el cambio de última hora, la única transacción que se cerró ayer en el zoco de la Carrera de San Jerónimo.