Prohibido a menores

Antiguamente se empleaba lo que se llamaba 'reducción al absurdo' para demostrar o rebatir determinadas cuestiones. Y esto hay que aplicarlo ante la noticia surgida hace unos días. El restaurante de Bilbao no prohíbe la entrada a los niños, lo que ya sería cuestionable, sino a los menores de edad. Absurdo es que un chico o una chica de diecisiete años no puedan ir a cenar allí con sus padres. Por otra parte, si esa disposición fuera legal, teóricamente, podrían implantarla todos los establecimientos hosteleros de España, bares, restaurantes, cafeterías y hoteles, con lo que se daría el absurdo de que ninguna familia con menores de edad podría viajar, pues no comerían ni se alojarían en sitio alguno. Eso, evidentemente, fomenta muchísimo el turismo del que tanto presumimos porque crece cada vez más. ¿O es que queremos que decrezca? Acaso, habría que imponer por ley determinados establecimientos que tuvieran la obligación de aceptarlos. En fin, como se puede ver, es todo un dislate al que no merece la pena dedicar mucho tiempo en largos informes y estudios jurídicos, porque lo que hay que aplicar es el sentido común, la reduccion al absurdo, y, sobre todo, la ley de no hacer más el ridículo de lo que ya lo venimos haciendo habitualmente, entre unos y otros.