La moda verde de Hollywood
Estrellas de cine y televisión asumen su culpa por inculcar la cultura del derroche y se proponen corregir el guión
Actualizado:No todo el mundo vive intoxicado por la bruma gris que hace de Los Ángeles la segunda ciudad más contaminada de EE UU, después de Bakersfield, también en California. La megalópolis encierra entre sus cañones algunos pulmones verdes que repentinamente transforman el asfalto en bosques recónditos con un microclima de montaña que infla las venas de oxígeno. Son las mansiones de las estrellas, los diplomáticos y los millonarios, pero no la del actor Ed Begley, que desde los años 70 se empeña en tener una vida modesta y socialmente responsable, para martirio de su sufrida esposa, que ha tenido que renunciar a los estándares de Hollywood.
La estrella de la pequeña pantalla estadounidense, que ha trabajado en series como ‘El Ala Oeste’ y ‘Siete pies bajo el suelo’ presume de utilizar el transporte público, lo cual solo le rebajaría a los ordinarios mortales en cualquier urbe del mundo, pero en ésta le acerca a los anarquistas. Esta corresponsal, qué bochorno, llega en un Nissan vulgar y corriente que quema gasolina, pero Begley tampoco espera que otros hagan su sacrificio, solo se empeña en aprovechar su fama para predicar con el ejemplo. En Los Ángeles muchos no saben ni que existe el metro y ciertamente tiene un recorrido muy limitado, aunque Begley espera que a lo largo de su vida lo vea llegar al mar. Para eso se esfuerza en comer sano y hasta cultiva –con la ayuda de un jardinero– sus propias verduras en el huerto que separa la casa de su oficina y el garaje.
«Mi primera elección es caminar, la segunda es la bicicleta, después el autobús o el metro, luego el coche eléctrico y por último el Prius». El primer híbrido lo popularizaron Leonardo Di Caprio y Cameron Diaz, pero Begley es el que les persuadía con su vozarrón mientras alternaban en la alfombra roja. Como prueba del poder que tienen las estrellas de Hollywood, el vehículo de Toyota lleva años en lista de espera por todo el mundo y ya no falta en los garajes de cualquier celebridad a la moda medioambiental. Begley siempre les lleva varios pasos de ventaja y conduce un coche totalmente eléctrico, que recarga con los paneles solares del tejado que alimentan toda la casa. En total presume de no pagar más de 300 dólares al año entre electricidad y gasolina, lo que para el contexto de las mansiones de sus amigos es totalmente ridículo.
El día de esta visita tiene el coche eléctrico en el taller, pero muestra orgulloso su Prius y el abono de transporte. Al entrar presenta a su asistenta doméstica con más énfasis que a su esposa y aclara que los 150 metros de casa son muy modestos «para un actor de Hollywood». Y si no que se lo digan a su mujer. Los años que él ha pasado cabildeando al alcalde Antonio Villaraigosa para que impulse medidas medioambientales son muchos menos de los que ha empleado ella en convencerle de que necesitan una casa más grande con piscina. Al final lo que se ha llevado el gato al agua es la posibilidad de construirse una de acuerdo a los estándares medioambientales más elevados, LEED Platino, a solo un kilómetro de la actual, lo que le permitirá seguir caminando a la oficina de correos o al supermercado.
La vida ostentosa
La tentación de poder presumir de la casa más ecológica de su entorno en la próxima fiesta era irresistible. Siempre lo había hecho, pero hace poco la visita de un programa de televisión, que puso a prueba la eficiencia energética de su casa con rayos infrarrojos que detectaban las fugas de aire, le sacó colores. Para cuando tenga en pie la nueva volverá a dormir tranquilo. Como hijo de un actor oscareado que ya trotaba en Bonanza, Begley siente la responsabilidad de reparar el daño que ha hecho en el mundo la profesión familiar. Por eso quizás ha aceptado sentarse con la corresponsal de un periódico extranjero que probablemente no haya escuchado nunca. Es una oportunidad para corregir el guión.
«Durante muchos años Hollywood ha celebrado los excesos de la limusina y el champagne», entona. «Desde Dallas a Dinastía estas series de éxito han grabado en nuestro subconsciente el estilo de vida del automóvil ligado a esa vida ostentosa que todos querrían para sí. En el año 2000, con los problemas de la capa de ozono y luego con el documental de Al Gore, todo empezó a cambiar. La gente ha abierto los ojos y se ha empezado a dar cuenta de que el cambio climático es real. Ahora en las filmaciones se recicla, las luces son ecológicas, se utilizan generadores de biodiesel y rara vez te llega un guión en papel. El sindicato manda una lista a los productores de todo lo que pueden hacer para reducir el impacto medioambiental del rodaje».
Su adoctrinamiento no consiste en pedirle cuentas a la meca del cine, pese a que junto con Dallas sea la ciudad que más gasolina consume en EE UU, y solo en California la contaminación cueste la vida a 24.000 personas al año, según un estudio de la agencia gubernamental Air Resources Board. Pero eso también ha hecho que el estado del surf y el rock and roll lidere al país en la respuesta medioambiental, al implementar por su cuenta los acuerdos de Tokio que el gobierno de Bush no aceptó suscribir. «Con cuatro veces más coches que en los años setenta tenemos la mitad de dióxido de carbono en el aire», dice triunfante, «gracias a las regulaciones y a los motores más eficientes».
Su receta es que no hace falta ser actor de Hollywood para estar a la moda de la responsabilidad social. «Si no te puedes permitir placas solares, revisa el aislamiento de tus paredes y hasta ahorrarás dinero en la factura. Si no puedes comprar un híbrido, coge el transporte público. Recicla y cierra el círculo comprando materiales reciclados, que si no, no es reciclar. ¡Haz lo fácil!». Él se puede permitir hasta las soluciones complejas, por eso compra créditos de carbono para compensar su impacto ambiental cada vez que coge un avión. La empresa Terrapass invierte el dinero de las conciencias culpables en proyectos que devuelven la vida robada al planeta para cumplir el sueño de los que buscan dejar cero impacto ambiental.
«Aquí nada es fácil», confiesa su esposa Rachelle Carson en el reality show Living with Ed que han protagonizado. «Mi marido puede ser un héroe medioambiental para ti, pero para mí... Déjame ponerlo de esta manera: ¡Prueba a vivir con Ed!».