Editorial

Inquietud socialista

La contestación al cambio constitucional obedece al proceder sorpresivo de Zapatero

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La reforma del artículo 135 de la Constitución ha generado inquietud en las filas socialistas y una viva contestación a su izquierda. La oposición de algunos grupos parlamentarios, las movilizaciones convocadas por CC OO y UGT contra esa modificación constitucional y los reproches dirigidos desde el Movimiento 15M componen un cuadro incómodo tanto para el Gobierno como, sobre todo, para el candidato Rubalcaba. El hecho de que este se haya visto obligado a dar un paso hacia atrás para cohesionar a los dirigentes del PSOE demuestra hasta qué punto la iniciativa del presidente Zapatero desconcertó a los suyos. Aunque la contestación no responde tanto a la decisión adoptada como al modo sorpresivo con que el Ejecutivo cambió de criterio en una corrección de su política sin previo aviso. Algo que podría volverse especialmente crítico para los socialistas si durante los tres próximos meses la medida no logra disipar las sombras que se cernían sobre la economía española. La democracia parlamentaria no agota las posibilidades que la ciudadanía encuentra en el sistema de libertades para expresarse y participar en la vida pública. Pero la inclusión de una nueva cláusula constitucional realzando la disciplina presupuestaria que el Estado ha de mantener en relación a los criterios compartidos en el seno de la UE representa una atribución más propia de las Cortes Generales que de un proceso plebiscitario. Además, resulta tan absurdo suponer que ese cambio en el texto constitucional librará a la economía española de las turbulencias de los mercados, como concluir que la nueva redacción va a hipotecar por sí misma el futuro de nuestro sistema de bienestar. Las reacciones críticas que la reforma ha suscitado en la izquierda política y sindical española pueden ser comprensibles debido a la inquietud y el disgusto social que generan los costes de una crisis que se percibe injusta en tanto que deriva de la economía financiera. Pero la conversión de la fórmula pactada entre el Gobierno y el PP en objeto de una oposición frontal refleja también un preocupante grado de inmadurez o un sentido de la oportunidad desnortado.