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Almodóvar: «Antonio sigue igual de crío y gamberro»

El viernes estrena Almodóvar 'La piel que habito' con su actor fetiche

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Pedro Almodóvar da un nuevo quiebro a su filmografía y estrena este viernes &lsquoLa piel que habito&rsquo, un desconcertante &lsquothriller&rsquo terrorífico que sigue fiel a sus obsesiones y, al mismo tiempo, las dinamita. 21 años después de &lsquoÁtame&rsquo, se reencuentra con Antonio Banderas, desconocido como un gélido cirujano que experimenta un nuevo tipo de piel con una paciente secuestrada (Elena Anaya). A sus 61 años, el Almodóvar provocador hace mucho tiempo que quedó atrás.

Le ha salido su película más negra en muchos años. ¿Tiene que ver con su estado de ánimo?

No. Hay que hacer lo que te pide el cuerpo, en mi caso, el corazón. El género negro ha dado grandísimas obras maestras. Me apasiona en mi madurez; si tengo que pensar en los DVD que he visto en los últimos meses predominan los thrillers y noirs. He llegado ahí por vocación, como a todo en mi vida.

La piel que habito habla de nuevo del deseo, el tema almodovariano por excelencia.

El deseo, para bien o para mal, es uno de los motores más potentes de nuestra naturaleza. El deseo puede hacer que un individuo se convierta en un héroe o en un ser vil. En el caso del personaje de Antonio, su deseo es inconsciente. Es un psicópata al que no le atraviesan las emociones de los demás. Puede cometer actos monstruosos porque no concibe la idea del dolor. El deseo puede darte una fortaleza tremenda o convertirte en alguien vulnerable porque no quieres defenderte.

Hay muchas referencias al cine fantástico.

El cine de terror que menos me gusta es el que se hace ahora. El cine expresionista es el que más me conmueve. De hecho, estuve a punto de rodar la película muda y en blanco y negro, pero bastantes retos tiene ya. Los títulos de los años 50 abordaban la anticipación científica y el miedo sin trucos visuales, de forma lírica e inquietante: Ultimátum a la Tierra&rsquo, El increíble hombre menguante... A mí eso me impacta más que el gore sanguinolento.

¿Se queda con ganas de repetir con Banderas?

Sí, sobre todo me quedo con ganas de volver a un tono que él hace muy bien, la comedia. En esta película quería al actor de los 70 que se ponía en mis manos y que yo moldeaba a mi capricho con excelentes resultados, pero con un tono completamente nuevo. Antonio sigue siendo igual de crío y de gamberro en el mejor de los aspectos. En el aspecto más festivo sigue siendo la misma persona.

Hay fotos idénticas de los rodajes de &lsquoÁtame&rsquo y &lsquoLa piel que habito&rsquo. Me lo ha pedido él y mis hermanas. Y mi hermano, así que voy a tener que hacerla. Hasta la gente me lo pide por la calle. Tengo cuatro guiones sin terminar, uno es una comedia. Hay un 25% de posibilidades.

¿En qué lugar de su carrera sitúa esta película? ¿Sigue esperando su obra maestra?

. Cuando abordas un rodaje no piensas &lsquovoy a hacer una obra maestra&rsquo, sino en problemas más concretos y prosaicos, que son muchos. Lo que más me importa es si me reconozco dentro de una película, no sentirme ajeno a mi obra. Y después ver si el resultado final se corresponde con algo tan abstracto como un guión. Mi vida se confunde absolutamente con mi carrera, el cien por cien está dedicado a esta profesión. Quiero enfrentarme a historias que me estimulen y ser el motor de esas historias, sin imposiciones ajenas. Al cine del futuro le pido que no pierda la pasión. Claro que tampoco hay obras maestras incontestables, ¿eh? Siempre hay algo que no te gusta de películas maravillosas.

La cultura ocupa un lugar primordial en sus filmes. Aquí los personajes leen a Alice Munro, escuchan a Buika, les inspiran las esculturas de Louise Bourgeois... ¿Como contempla esta época de nuevas tecnologías y menosprecio de la cultura, con cines cerrados, la industria discográfica agonizante...?

La vivo adaptándome a estas circunstancias impuestas, que están lejos de ser las ideales. Sobre todo para los creadores. Imagínate qué penosas perspectivas tiene un chico que quiere grabar un disco... Hay aspectos relacionados con Internet que son importantísimos para la vida diaria, la democracia y el desarrollo de las personas. Y otros muy negativos. Unos amigos violan a una chica y cuelgan el vídeo en internet. Eso es terrorífico y debería prohibirse por ley. Pero tener acceso a internet equivale a lo que veinte años atrás era la libertad de prensa. Yo, como director de cine, si hoy empezara, en vez de rodar Super 8 colgaría vídeos en YouTube. No te puedes imaginar lo que significa para el que empieza que tus trabajos se vean sin pasar por un intermediario. Si a mí me lo dicen en los 80...

Otra cosa es que La piel que habito se vaya a estrenar en tres días en los cines.

Sí. Ya hay operadores de telefonía que anuncian que podrás descargártela. Eso debería ser ilegal, no pueden ofrecer mi película y beneficiarse. Esa regulación solo se puede hacer desde el Gobierno, y hasta ahora ha habido miedo para articular una ley contra las descargas ilegales. Y repito, eso no significa que Internet sea muy estimulante y ventajoso. Va todo tan rápido que a marchas forzadas tratamos de incorporarnos a esta realidad. Nosotros estamos cuidando los medios digitales, porque las películas se promocionan ahora de otro modo. Quiero pensar que habrá sentido común para regular esa situación, de momento, los autores estamos con el culo al aire. Legalmente, no se nos protege. Estoy seguro de que cuando empiecen a piratear los libros se encontrará una solución

¿Y el papel salvador de la cultura?

Efectivamente forma parte del guión y ayuda a los personajes, como a mí mismo me ayuda a vivir. Ya sea una canción, un libro, una coreografía de Pina Bausch o la obra de Louise Bourgeois, a quien homenajea la película.

Las críticas

¿Cree que el espectador actual está libre de prejuicios para ver su cine?

Los que conozco personalmente no tienen prejuicios. El espectador es ideal desde el momento en el que paga una entrada y se sienta. Pero disfrutará más cuanto menos prejuicios e información previa sobre la película tenga. Yo siempre he aceptado cualquier visión de mis películas, porque todos los modos de verlas son reales.

Tiene fama de no aceptar bien las críticas.

¿Y qué hace uno cuando no acepta las críticas? Lo digo para saberlo... Si tengo esa fama, no soy consciente de ello. Leo pocas críticas, y están ahí, no dependen de mí, no me queda más remedio que aceptarlas. Si te refieres a una conducta muy concreta, el rechazo a ver mi imagen en la fachada del ayuntamiento de Cannes... Eso no tiene que ver con la crítica, sino con sentirme maltratado por algún periodista. Y tengo el valor y los genitales de decírselo, sin temor a lo que podáis hacer, ya que vuestra profesión es altamente corporativa.

En una reciente entrevista con The Telegraph lamenta sentirse «crucificado por media España» cada vez que se pronuncia políticamente.

Para mí es más sencillo pronunciarme fuera, porque hay menos implicaciones. Aquí está todo el país dispuesto a reaccionar sobre lo que diga yo y cualquiera, y se multiplica de un modo estentóreo. Es lo que se llama crispación. Todos tenemos que estar más tranquilos para escuchar y reaccionar. Cuando firmo un manifiesto o expreso mi opinión ante determinados acontecimientos de la sociedad española, siempre aparezco el primero y hay un montón de gente que me ataca. Desgraciadamente, España está cada vez más polarizada. Mi mensaje es el contrario: estamos conviviendo. En esta ciudad, Madrid, vivimos gente que pensamos de modo opuesto, pero no vamos a comprarnos otra casa. Más vale que convivamos, tampoco supone tanto esfuerzo.

¿Cómo ha cambiado la relación entre su vida y su obra?

La vida te va cambiando y afecta al tipo de historias que cuentas. La que hago ahora es muy distinta a la que hacía en los ochenta, mis películas no se parecen en absoluto. Incluso cuando escribo otras cosas el tono es diferente. No lo he decidido yo, solo intento ser lo más honesto que puedo. Hay una mayor introspección, mi vida la hago más dentro de mi casa que fuera. En los ochenta siempre estaba dentro de un grupo muy grande, a mi casa iba exclusivamente a dormir, y a veces ni eso.

¿Le sorprende que los medios conservadores recibieran mejor su película en Cannes que los de izquierdas?

En general, en todos los aspectos de la vida, y en lo que concierne a la reacción a mis películas, tiene que ver con las personas más que con la ideología del medio. Depende de quien escriba. Yo soy de izquierdas pero tengo todo tipo de amistades y no mido nunca a las personas por su ideología. Me estaría equivocando. De hecho, me molesta el hecho de calificar a la gente como rojo o facha. Son adjetivos que no quiero utilizar nunca y que no me gustan que los utilicen, pertenecen a otra época. Las personas están por encima de las ideologías y las relaciones con ellas también. No sólo ahora, también durante el peor momento histórico, que fue la Guerra Civil. Estoy cansado de haberle oído a mi madre que aquella guerra no tenía que ver con las ideologías y que había personas que eran lo opuesto al bando en que militaban. Las personas estamos por encima de esa distinción.