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La Messi española

Verónica Boquete es la mejor jugadora de la mejor liga del mundo

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Verónica Boquete (Santiago de Compostela, 1987) cometió el involuntario error de nacer en España. Si su padre, don Nicasio, hubiera emigrado a Los Ángeles o a Pennsylvania, Verónica habría completado una exitosa carrera sin sobresaltos: ahora jugaría todo el año en un equipo profesional, tendría buenos patrocinadores personales, rodaría anuncios publicitarios y el director de su sucursal bancaria le haría pomposas reverencias. Y, sobre todo, Vero se habría ahorrado muchos disgustos.

Pero Verónica Boquete nació en España y quiso ser futbolista, como su hermano Adrián. Su padre, una institución en la cantera gallega, le metió la afición en la sangre y ya nadie se la pudo quitar. «Lo intentaron muchas veces», puntualiza desde Filadelfia (Estados Unidos). «En el colegio, algunas profesoras querían 'quitarme' el balón. Me decían que me centrase en los estudios, que buscase otro deporte... Por suerte, nunca lo lograron». Verónica recuerda cómo las madres de los equipos rivales eran especialmente beligerantes cuando la veían saltar al campo, rodeada de muchachos: «Hacían comentarios que no me gustaban nada... He tenido que aguantar muchas cosas, pero así ahora puedo valorar más lo que tengo».

Y lo que tiene es mucho: Verónica Boquete, Vero, acaba de ser nombrada la mejor jugadora de la mejor liga del mundo, por encima de megaestrellas como la brasileña Marta, ganadora de cinco Balones de Oro. Vero juega en el Philadelphia Independence y esta noche disputa la gran final de la competición estadounidense, frente al temible Western New York Flash. Vero se incorporó al equipo americano el pasado 2 de junio, tras disputar la Superliga española con el Espanyol de Barcelona. Su impacto ha sido brutal. «Ella ha sido nuestra heroína y nuestra inspiración este año», reconoce su entrenador, Paul Riley. Sus números justifican cualquier hipérbole: anotó cinco goles decisivos y dio cuatro asistencias en solo once partidos. La afición se ha rendido a sus pies y corea su nombre en los estadios. «El otro día estuve firmando autógrafos durante media hora. Estoy disfrutando cada minuto», tecleó asombrada en su cuenta de Twitter.

Un camino cuesta arriba

¿Cómo ha llegado Vero hasta aquí? En su juventud gallega, ni siquiera se había atrevido a soñarlo. «Cuando era niña solo pensaba en disfrutar», explica para V desde Filadelfia. «No sabía ni que era posible dedicarme a esto profesionalmente. No había referentes femeninos, no veías un futuro..., aunque el fútbol siempre fue lo más importante para mí». La prometedora carrera de Vero estuvo a punto de encallar para siempre a los seis años (¡a los seis años!), cuando no pudo jugar durante una temporada entera con el equipo de fútbol sala Don Bosco porque la normativa impedía que compitieran equipos mixtos. Solo la constancia de su padre y el apoyo continuo de su club lograron derribar aquella barrera. No sería la última.

Tras jugar en dos equipos gallegos (el Funeraria Apóstol y el Xuventú Aguiño), Vero tomó a los 18 años la decisión de probar suerte en Superliga, la Primera División española. Pese a su rimbombante nombre, se trata de una competición semiprofesional: el salario de las futbolistas, con excepciones, no suele superar los mil euros y las jugadoras saben que deben buscarse otro trabajo. Vero aprovechó su estancia en el Prainsa Zaragoza para estudiar Magisterio en Educación Física, carrera que ya ha finalizado. De ahí pasó al Espanyol, uno de los equipos más fuertes de la competición. Ganó títulos, llegó a la selección española y atrajo el interés de un conjunto americano, el Buffalo Flash, que entonces estaba en Segunda.

La liga americana, muy profesional, discurre de marzo a agosto, así que Vero Boquete se ha acostumbrado a quedarse sin vacaciones: durante el invierno y la primavera, juega con el Espanyol; cuando llega el verano, cruza el charco y disputa la liga de Estados Unidos. No parece sufrir problemas de adaptación ni todas esas monsergas tan habituales en el fútbol masculino. Viaja, juega y marca. Así lo hizo con los Buffalo, a los que ayudó a subir a Primera División; con los Chicago Red Star, donde también brilló; y, finalmente, con los Philadelphia Independence, con quienes puede, esta noche, ganar la mejor liga del mundo.

«En Estados Unidos me encontré una gran cultura deportiva y una igualdad de oportunidades real, no solo legal», advierte. «En Europa, y especialmente en España, seguimos conviviendo con el machismo». Vero juega partidos ante más de 15.000 espectadores y la media de asistencia al Leslie Quick Stadium, sede del Independence, supera los 6.000. Cifras impensables en el fútbol femenino español. «Pero poco a poco la situación va cambiando -matiza Vero-. Ahora hay ya muchas más niñas jugando y lo más importante es que van surgiendo referentes femeninos».

Verónica Boquete se ha convertido en uno de esos referentes. Como su compañera Laura del Río, madrileña y también jugadora de los Independence. Laura decidió marcharse de España y jugar en otras ligas, como la alemana, antes de cruzar el océano. Era la única opción posible para una jugadora que intentara vivir del balón. «Aquí llevamos la vida de un futbolista profesional. Nos entrenamos, nos cuidamos al máximo, acudimos a actos del club...», señala Verónica. En España, hasta hace apenas un año, una mujer ni siquiera podía tener una licencia profesional. El Reglamento se lo impedía.

La prensa de Filadelfia ya habla del 'efecto Boquete' y elogia las virtudes de la «diminuta» española (mide 1,60 metros). A veces la han comparado con Messi por su habilidad, su puntería y su capacidad para decidir los partidos. Vero sonríe: «Ronaldo ha sido el jugador que más me ha impresionado -dice-, aunque también me gustaba mucho el estilo de Eto'o... Pero ahora mi gran referente en Messi. Es único». Con el dorsal 21 a la espalda, Vero disfruta de lo lindo con su experiencia americana. Comparte piso con Laura del Río y trata de asumir las costumbres de Estados Unidos. «Lo más difícil al principio es el idioma. No te puedes expresar ni relacionar como te gustaría», confiesa. Para practicar el inglés, siempre viaja con su libro de cabecera ('El Principito'; 'The little prince'), hasta el punto de que sus compañeras le colgaron el apodo de 'La princesita'. Echa de menos la comida española y lleva una vida pacífica, centrada en el balón: «Me gusta ver partidos, estar con los amigos, ir a la playa... Y desde que estoy fuera meto muchas horas en internet y en las redes sociales».

Esta noche, mientras los aficionados españoles comenten con entusiasmo los primeros lances del Campeonato Nacional de Liga (masculina), Verónica Boquete y Laura del Río pueden hacer historia en Estados Unidos. Para llegar aquí, han tenido que recorrer un tortuoso camino en zigzag, lleno de abismos legales, cuchicheos e incluso insultos. Ahora, por fin, pueden disfrutarlo. «¿El futuro? Espero que mi retirada está todavía lejos, pero... me gustaría ser entrenadora», resuelve Vero. Tampoco lo tendrá fácil: he ahí otra barrera mental.

La brasileña Milene Domingues, entonces mujer de Ronaldo, acabó jugando con el Rayo Vallecano, pero no lo tuvo fácil: pese a la expectación que creó su llegada, la normativa impedía a los clubes españoles de fútbol femenino disputar torneos con jugadoras extranjeras. Durante un año se limitó a entrenarse hasta que una reforma legal permitió, en 2004, su debut en Superliga.