Secuelas
Actualizado:Me resisto a escribir este artículo por no dar mas espacio a quienes debieran estar condenados al ostracismo. Pero los efectos desagradables y violentos de la reciente visita de Su Santidad Benedicto XVI a España siguen dando que hablar. Unos peregrinos franceses se han decidido por fin a interponer denuncias por las agresiones sufridas en los días de las Jornadas. Los intimidaron y fustigaron con látigos, o algo parecido, y a una de ellas, que iba en silla de ruedas, le provocaron un ataque de ansiedad, por no hablar de los conatos de tocamientos sexuales y lanzada de preservativos. Esta gentuza maloliente e infrahumana no tiene reparos en atacar la dignidad de la persona cuando le sale de las narices, en el uso y abuso de su soberanía libertaria y liberticida. Por las redes sociales, hay mensajes que echan humo, que incitan directamente al asesinato de los policías a los que se les ha abierto expediente por las cargas protagonizadas en Sol. Los sindicatos policiales denuncian un cierto desamparo, y el ministro de turno, de Interior en este caso, ni sabe, ni contesta, ni aparece. Todo un ejemplo de madurez democrática, de regular y adecuado funcionamiento de las instituciones de este Estado cada vez menos de Derecho. Los mensajes y comentarios, de las redes, como digo, ponen los vellos de punta. Se rastrea el domicilio de los policías para intentar golpes de acción directa, en toda una perfecta aplicación de la vieja y resucitada Ley de Lynch. Se habla de emular los disturbios ingleses, y aquí no pasa nada. Si los policías se extralimitaron en sus funciones, que respondan, nada que objetar. Pero ¿dónde y como se investiga a los autores intelectuales de las algaradas, a los que insultaban a los peregrinos, a los que proferían insultos contra el Papa a la salida del Cristo de Mena, a los que provocaron que el Arzobispo de Sevilla tuviera que salir protegido un día por Hermanos Mayores de las Cofradías sevillanas, a la sazón presentes en Madrid? Madrid ha sido, a la vez, ejemplo grandioso de juventud, de Fe, de Amor, de compromiso, de oración y de alegría, y de vergüenza callejera por la acción mugrienta de un puñado de indeseables a los que todo un Estado de Derecho, repito, no tiene huevos de poner en su sitio de una puñetera vez. Y todo, delante de las narices de los responsables de la política de este solar cada vez mas a la deriva, que consume los últimos meses de un gobernante nefasto, que también ha puesto su granito de arena a la política del cainismo, del enfrentamiento y del azuzamiento de las bajas pasiones. Me temo, y ojalá me equivoque, que se están ensayando movimientos orquestales para el otoño, para después de las elecciones y su previsible resultado. No se si me explico.