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Rubalcaba y Alonso charlan en el Congreso. :: R. C.
ESPAÑA

La dirección socialista sofoca el motín en sus filas

El partido aplaude la intervención de Rubalcaba tras la sorpresa que supuso la propuesta de Zapatero

R. GORRIARÁN
MADRID.Actualizado:

La implicación de Alfredo Pérez Rubalcaba en la negociación de la reforma constitucional y su propuesta de que el techo de déficit no se especifique en cifra alguna desinfló el amago de motín en las filas socialistas. La sorpresa inicial por la propuesta de José Luis Rodríguez Zapatero y el hecho de que estuviera pactada con Mariano Rajoy dio paso a la indignación entre los socialistas, un enfado que ayer se atemperó con la intervención del candidato y las palabras tranquilizadoras de sus colaboradores más cercanos, que garantizaron una solución asumible para el PSOE.

La constitucionalización de uno de los principios fundamentales del neoliberalismo, según definición del diputado Manuel de la Rocha, causó estupor entre los diputados y dirigentes territoriales socialistas que no daban crédito a que lo que hasta ayer era un anatema pasara a ser el eje de una reforma de la Carta Magna con la bendición de Zapatero. Pero una vez que se supo que la posición gubernamental asumía la propuesta de Rubalcaba de no incluir ningún porcentaje máximo de déficit público y fijar éste mediante una ley de estabilidad presupuestaria se recondujo la situación.

Es más, las peticiones de varios notables socialistas de un referéndum para sancionar la reforma desaparecieron y solo se exigía una buena y clara explicación de la modificación. La consulta popular, por otra parte, es casi inviable porque la propia Constitución no la exige para este tipo de cambios en su articulado, y solo las deserciones en el grupo socialista podrían hacerla viable. Una posibilidad que la dirección del PSOE cree conjurada pues solo un diputado, el exsecretario general de CCOO Antonio Gutiérrez, está dispuesto a dar ese paso. Nadie más, según fuentes del grupo parlamentario.

Dirigentes que el miércoles mostraron su enfado con la reforma dieron marcha atrás, como el portavoz de los socialistas españoles en el Parlamento Europeo, Juan Fernando López Aguilar, quien entonces expresó su «perplejidad» por la iniciativa y ayer secundó al Gobierno porque la disciplina fiscal es «una regla de buen gobierno». Del mismo modo, el líder del PSOE extremeño, Guillermo Fernández Vara, uno de los más beligerantes con la modificación, se mostró conciliador porque «la idea de Alfredo Pérez Rubalcaba de que no figuren cifras en la reforma constitucional es buena y ayudaría a sumar voluntades».

También el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, alabó la propuesta del candidato porque expresa «el sentir mayoritario, por no decir unánime, del PSOE». Hasta los miembros siempre críticos de la corriente Izquierda Socialista se mostraron de acuerdo con la fórmula planteada por el candidato porque la Constitución, en palabras de José Antonio Pérez Tapias, no debe ser refugio para «elementos doctrinarios neoliberales».

Relativamente grave

En el entorno de Rubalcaba, de todos modos, minimizaron el alcance de la revuelta de la víspera. La directora de la campaña electoral, Elena Valenciano, señaló que las discrepancias fueron «relativamente graves», pero «comprensibles». El PSOE, afirmó en RNE, es un partido «con voces plurales» que «debate abiertamente», sobre todo cuando se trata de un asunto de esta naturaleza que afecta a la sensibilidad socialista. Lo que hace falta ahora, prosiguió, es «prudencia y paciencia» porque la solución será satisfactoria.

Óscar López, coordinador de la conferencia política del PSOE y líder de los socialistas de Castilla y León, también dijo comprender «las dudas y reservas» de muchos de sus compañeros, pero se mostró convencido de que la solución que se alumbre en la negociación con el PP disipará los recelos y «dará satisfacción a todos los socialistas». López señaló que las horas turbulentas vividas en el partido gubernamental han permitido hacer una lectura adicional: «el que defiende la posición y la línea del PSOE es Alfredo Pérez Rubalcaba».

Una conclusión en las antípodas extrajo la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, para la que las divergencias surgidas en el PSOE «han puesto a prueba el liderazgo» del candidato socialista y a la vista de las discrepancias no es tan firme como se presumía. Rubalcaba, dijo en Punto Radio, tiene «problemas» y tendrá que «trabajar» para rehacer el consenso dentro de su propio partido.