fin al régimen de gadafi

Regreso a la nueva Libia libre

La vuelta de civiles refugiados en Túnez es recibida con júbilo como signo de que se ha consumado la victoria rebelde

ZINTAN Actualizado: Guardar
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"Bienvenidos a la Libia libre", reza el cartel pintado a mano que preside el paso fronterizo de Dehiba. El espectacular vuelco de la revolución en la última semana ha animado a miles de libios a volver a sus casas. Aunque el paso más importante que une Túnez con Libia es el de Ras Jadir, al norte, la complicada situación de seguridad ha llevado a las autoridades tunecinas a cerrarlo y esto ha provocado el colapso en Dehiba, un humilde paso en medio del desierto. Familias enteras viajan a presión entre todos sus enseres y los víveres que traen alertados por sus conocidos. Los conductores paran ante cada puesto de control y preguntan la dirección a los milicianos. Muchos de ellos son de la costa, de Zawiya o Trípoli y en su vida habían imaginado que tendrían que dar semejante vuelta para volver a sus casas cuando por Ras Jadir el trayecto es apenas de una hora.

Perdidos en las montañas de Nafusa taxistas como Ahmed descubren una nueva Libia. Regresa después de dos meses en Túnez y lleva el coche cargado de gasolina, uno de los bienes más preciados en Libia y más en Trípoli. "Ni rastro de banderas verdes, ninguna foto de Muamar, vaya cambio", repite cada vez que pasa frente a un puesto de control. Curvas y más curvas en medio de un paisaje desértico que de pronto se estira en una recta sin fin a las puertas de Zintan que los rebeldes han reconvertido en pista de aterrizaje para los vuelos de la compañía Air Libya desde Bengasi.

La vuelta de tantos civiles es recibida con alegría por aquellos que no se movieron de sus casas en los momentos más duros porque "es una victoria; que la gente se dé cuenta de que puede volver y que ahora es libre es una gran victoria para todos", asegura Saleh, antiguo empleado de la empresa estatal de petróleo que, como adelantó ayer el Consejo Nacional Transitorio, espera volver pronto a su puesto de trabajo. Junto a los civiles, un ejército de periodistas de todo el mundo está en pleno peregrinaje hacia Trípoli. Algunos optan por venir con su propio conductor desde Túnez, pero la mayoría viaja como lo hacen el resto de libios. Se para en cada puesto de control y se espera el paso de vehículos para ir cambiando de coche hasta llegar a destino. Muchas veces las esperas son largas y hay que estar atento a los milicianos y a los disparos que lanzan al aire cada vez que desde un coche les gritan ‘mabrouk’ (felicidades). Como en toda guerra, tampoco falta quien está dispuesto a hacer un buen negocio y los trayectos de Zintan a Trípoli se ofertaban a última hora de la tarde por 400 euros, un viaje de apenas dos horas que normalmente no cuesta más de veinte en condiciones normales.

Final del régimen y final del Ramadán. El mes santo musulmán entra en su recta final y en Libia todos tienen un deseo muy claro en la cabeza: la captura de Muamar, la mejor forma de coronar la revolución.