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La hermana recibe el cariño de dos de los residentes que tiene en estos momentos el centro chiclanero. :: FRANCIS JIMÉNEZ
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Una vida de sacrificio

Tras quince años en el Hogar Gerasa, su directora, Sor Trinidad, deja el centro

JESÚS ARAGÓN
CHICLANAActualizado:

Ahora que la visita del Papa Benedicto XVI a España ha despertado una profunda reflexión sobre el papel de la religión en la sociedad actual, semblantes como los de Trinidad López Vilches ayudan a comprender aún más el significado de la verdadera dedicación espiritual y de la vida abnegada hacia el prójimo que pregona el cristianismo.

Sor Trinidad acaba de cumplir 72 años, pero parece mucho más joven en persona. Con la piel del rostro tersa y pálida, gafas de vista y un leve sonrojo cuando el fotógrafo dispara su objetivo para captar la imagen que acompaña esta entrevista, esta monja de la congregación de las Hijas de la Caridad se despedirá en unas semanas del intenso trabajo que ha venido desempeñando los últimos quince años en el Hogar Gerasa de Chiclana.

Los superiores de su orden le han encomendado, como manda el reglamento interno de estas hermanas, una nueva función en su vida de servicio a los enfermos y necesitados. Esa nueva tarea se desarrollará lejos de la provincia que la acogió cuando aún era una joven monja sin experiencia, ya que Sor Trinidad se encargará a partir de septiembre de la dirección de un centro de ancianos en Lebrija (Sevilla).

«Supe de esta decisión hace tiempo. En junio me la confirmaron y es irrevocable. Me da mucha pena marcharme porque ésta es mi casa. Le hemos echado muchas horas a mis 'niños' (como Sor Trinidad llama cariñosamente a los residentes), pero en las Hijas de la Caridad el plazo máximo para madres superioras es de seis años y yo llevo tres más aquí, así que ha llegado el momento de irme».

Sor Trinidad es la directora del Hogar Gerasa para enfermos terminales de sida, que se emplaza en el Camino del Lobo de la Carretera de El Marquesado de Chiclana.

Granadina de nacimiento, esta «sirvienta de dios» recibió el año pasado el reconocimiento a su trabajo desinteresado por los enfermos en forma de título de Hija Predilecta de la Provincia, que ella hizo extensivo a toda la comunidad y el personal no religioso del Hogar.

LA VOZ ha tenido la oportunidad de compartir unos minutos en los quehaceres diarios de Sor Trinidad. Pese a las dificultades, la delicada situación económica, y al hecho de vivir fundamentalmente de las donaciones de particulares, las subvenciones de las administraciones y las aportaciones en especie, sobre todo alimentos y medicinas, el centro funciona como un reloj.

«Aquí hacemos muchas cosas, pero sobre todo atendemos y damos todo el cariño que podemos a nuestros enfermos», explica Sor Trinidad, mientras revisa unos papeles que debe firmar en la pequeña estancia que sirve como oficina de administración del recinto.

A Gerasa llegan personas enfermas en fase terminal de sida, «algunos muy malitos», -matiza-, y la mayoría se recuperan y mejoran al poco tiempo gracias a la medicación, las terapias que reciben y el hecho de sentirse arropados por su nueva familia. En estos momentos hay 26 internos en el centro.

Sor Trinidad deberá cambiar en apenas un par de semanas la rutina que sigue desde hace años. El siguiente reto al que debe hacer frente 'por culpa' de su voto de obediencia será el cuidado de ancianos, aunque eso no le asusta.

Cuando se marche, a la dirección del Hogar Gerasa llegará otra Hija de la Caridad. De hecho, su puesto ya está cubierto, aunque no será sencillo que su sucesora iguale las continuas demostraciones de cariño que tanto los enfermos como el personal dispensa a diario a esta monja. «No sabría qué destacar de ella. Bueno, sí, sobre todo la humildad y el cariño con el que nos trata», explica Josefa, una de las pacientes que opina sobre 'la jefa'.

Homenaje

El anuncio de la marcha de la directora del Hogar ha sido un jarro de agua fría para quienes trabajan en la entidad. Incluso se está preparando un pequeño homenaje a su labor en los últimos años, al que acudirán, como no podía ser de otra forma, los enfermos residentes y el equipo de más de más de veinte personas que trabaja con ellos.

Pero así como durante la entrevista con este medio Sor Trinidad se mostró intimidada por la repercusión que tendrá «salir en el periódico», y restó importancia a las alabanzas a su trabajo abnegado durante años, tampoco en ese emotivo acto nadie le pedirá grandes gestos de emoción o palabras grandilocuentes. Al fin y al cabo Trinidad López Vilches, Sor Trinidad para sus 'niños', solo tiene palabras de agradecimiento y humildad. Eso sí, antes de irse deja pide un deseo. «Me gustaría que este hogar siguiera adelante; creo que vale la pena».