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MUNDO

Mentiras, confusión y propaganda

Los coletazos del régimen han resultado tan extravagantes como el personaje que le dio forma

PAULA ROSAS
EL CAIRO.Actualizado:

¿Escapó? ¿Su supuesta captura fue simplemente un arma de propaganda de los rebeldes? ¿Sobornó a sus captores para huir? La repentina aparición de Seif el-Islam Gadafi durante la madrugada del martes rodeado de seguidores es un buen ejemplo del juego de mentiras, propaganda y confusión que rodea las etapas finales de la guerra de Libia.

La última jornada ha dejado estampas difíciles de explicar. Rebeldes que asaltan en chanclas y casi sin encontrar resistencia el palacio presidencial. Botines, como rifles bañados en oro, que recuerdan a la caída de Sadam Hussein. El presidente de la federación internacional de ajedrez ejerciendo de portavoz de Gadafi. Y los hijos del coronel, escapando de su cautiverio con la misma aparente facilidad con la que fueron capturados. Pese a la crudeza de los combates, los últimos coletazos del régimen están resultando tan extravagantes como el propio personaje que le ha dado forma, Muamar Gadafi.

Seif el-Islam había sido supuestamente capturado por los rebeldes, que no llegaron, sin embargo, a mostrar ninguna imagen de él apresado. Sin duda, su arresto suponía un hito en el desmoronamiento inexorable del régimen y, sobre todo, una inyección de moral para los rebeldes. La noticia fue confirmada por el Consejo Nacional de Transición. Incluso la Corte Penal Internacional aseguraba el lunes que negociaba con los opositores la entrega del que durante mucho tiempo se consideró como heredero político de su padre. Pero el más mediático de los vástagos del coronel aparecía de madrugada en el hotel Rixos donde se hospedan -o están recluidos, para ser más precisos- los periodistas extranjeros que han cubierto la guerra desde Trípoli desde el principio.

Sus fieles fueron a recogerlo de Bab el-Aziziya acompañados por reporteros que, muy probablemente, hacían de escudos humanos. Llegó al hotel haciendo el signo de la victoria con la mano. Llevó a los periodistas a dar una vuelta por las zonas aún controladas por el régimen. Aseguró que su padre estaba «por supuesto» en Trípoli, y no contestó directamente a la pregunta de si había -y cómo- escapado. Después regresó a Bab el-Aziziya pero, cuando los rebeldes tomaron ayer el palacio, no había rastro ni de Seif el-Islam, ni de sus hermanos y tampoco de su padre.

La cadena Al-Yasira especulaba ayer con que hubiera sobornado a sus captores para huir. Otros analistas, como el libio Mansur el-Kijia, apostaban por que Seif el-Islam y Mohamed -que huyó tras ser apresado el lunes en directo mientras hablaba con el canal catarí de noticias por teléfono- consiguieron escapar a través de salidas secretas, muy posiblemente túneles, excavados en sus propias casas en previsión de una ocasión como la de ayer. Otros se inclinan por la simple inexperiencia de los guardianes. Pero tampoco es imposible que todo se tratara de una campaña propagandística de los rebeldes para desmoralizar a los seguidores del coronel y sus hijos.

¿Dónde está el coronel?

Para sumar al abanico de excentricidades que envuelven el régimen de Gadafi hasta el final, ayer se recibieron las últimas noticias del dictador a través de un correo muy particular: el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez, Kirsan Ilyumsinov. El ruso, al que se pudo ver el pasado 12 de junio jugando una partida con Gadafi en la última aparición televisada de este último, aseguró ayer que había hablado por teléfono con el coronel, que dijo estar «sano y salvo» y que negó haber abandonado la capital. En una muestra más de fe que de visión militar, el Hermano Líderdijo estar «seguro de que venceremos». Con él se encontraba, aseguró Ilyumsinov, su hijo Mohamed, quien señaló que en Trípoli no hay rebeldes, solo «tropas de la OTAN y mercenarios».

Lo cierto es que ayer la Alianza Atlántica reconoció no tener «ni idea» de dónde se encontraba Gadafi, y el CNT también andaba bastante despistado sobre su paradero. Su representante en Londres, Guma el-Gamaty, después de asegurar que el coronel se encontraba en Sirte, rectificó y aventuró que el líder de la Yamahiriya podría estar en Trípoli «o muy cerca».

Del resto de sus hijos, la mayor parte de los cuales han tenido un papel relevante en el régimen y se han enriquecido hasta niveles obscenos a costa de los bienes del país, tampoco se sabe nada. De Jamis, el menor de ellos y comandante de la sanguinaria brigada 32, se dijo el lunes que podría haber muerto, pero ayer seguía sin producirse una confirmación oficial.

Nada se sabe tampoco del rudo Muatasim, que un día intentó dar un golpe de Estado a su propio padre, o del díscolo y maltratador Haníbal, que tras agredir a dos empleados en un hotel de Ginebra desencadenó la ruptura de relaciones entre Suiza y Libia. O de Aisha, que formó parte del equipo de abogados de Sadam Hussein y que algunos llamaban 'la Claudia Schiffer de Libia'. Saadi, que intentó convertirse -sin éxito- en una estrella del fútbol, permanece supuestamente apresado por los rebeldes. Por ahora solo se conoce el destino de Seif al-Arab, el más discreto de los ocho hijos del dictador, que murió en un ataque de la OTAN en abril.