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Sociedad

El viaje del papa termina sin fricciones entre el Gobierno y la Iglesia

El Ejecutivo evita agraviar al Vaticano al no enviar a las misas representaciones institucionales de bajo nivel

ANTONIO PANIAGUA
MADRID.Actualizado:

El viaje del papa Benedicto XVI a España ha terminado sin que se hayan producido fricciones con el Gobierno. En los discursos y homilías del pontífice no ha habido alusiones directas a cuestiones que pudieran incomodar al Gobierno, aunque el presidente Rodríguez Zapatero es visto por el Vaticano como un destacado laicista. En esta ocasión, con un país sumido en un ambiente preelectoral, la diplomacia vaticana ha tenido un cuidado exquisito en evitar el enfrentamiento, mientras que el Ejecutivo no ha desairado al Vaticano enviando una representación de bajo rango a las misas oficiadas por Joseph Ratzinger.

Las exhortaciones del papa han tenido un carácter eminentemente pastoral y han ido dirigidas a los fieles. Como no podía ser de otra manera, Ratzinger ha hecho una defensa de los principios tradicionales de la moral católica, ha defendido el celibato y apelado a los jóvenes a vivir su fe en comunión con la Iglesia. De su lado, el Gobierno, que estuvo representado en la eucaristía de Cuatro Vientos por los ministros de Fomento, José Blanco, y Presidencia, Ramón Jáuregui, no ha querido irritar a los católicos y se ha volcado para que la tercera visita a España del obispo de Roma fuera un éxito. El gabinete de Rodríguez Zapatero ha relegado sus principios de neutralidad religiosa y ha puesto a disposición de los peregrinos infraestructuras del Estado. Algo que no deja de sorprender, pues es el mismo Gobierno que hace unos años estaba dispuesto a suprimir en las instituciones públicas los símbolos religiosos, incluido el crucifijo, en pro de la aconfesionalidad que consagra la Constitución.

En la distinción entre el Vaticano y el Gobierno, la exvicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega ejerció en su día un papel conciliador. En estos momentos, el último encontronazo de los obispos con el Gobierno fue a propósito de la ley de muerte digna, una norma que al final no verá la luz por el adelanto electoral.

El afán por no tensar las relaciones Iglesia-Estado parece haber inducido a la curia a recurrir a la perífrasis. Así, para condenar el aborto, la eutanasia, la reproducción asistida o la selección genética de embriones, el papa proclamó: «Hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces y cimientos que ellos mismos, que desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento». Ello no significa que Benedicto XVI haya abdicado de su misión, pero sí que encomienda a la jerarquía católica española, con su presidente a la cabeza, el cardenal Antonio María Rouco, denunciar con nombres y apellidos lo que considere violaciones de la ley divina.

Cuando apenas faltan tres meses para las elecciones del 20-N, el Gobierno no ha querido soliviantar a los votantes católicos, que no todos se inclinan por la derecha, según los estrategas de campaña.

Una de las consecuencias de la visita es el protagonismo que ha cobrado el cardenal Rouco, cabeza visible del sector conservador de la jerarquía católica. Con sus discursos previos a las intervenciones pontificias, el presidente de la Conferencia Episcopal ha incrementado su presencia en los medios. Si bien sobre el papel tendría que presentar su renuncia al haber cumplido los 75 años, el arzobispo de Madrid seguirá con sus responsabilidades, ya que es muy apreciado por Ratzinger.

Pese a la secularización de los países industrializados, la Iglesia ha demostrado con las jornadas su poder de convocatoria.

Cientos de miles de fieles han aguantado un calor insoportable para escuchar las prédicas de Ratzinger, un papa intelectual que, a sus 84 años, no regala los oídos del público.

En el plano logístico, los organizadores se pueden apuntar un tanto. Han procurado alojamiento y comida a cientos de miles de jóvenes y han logrado que en un acto de masas no se produjeran percances. El comité organizador de la JMJ está exultante.

Considera que se han sobrepasado todas las expectativas y que los jóvenes participantes en las misas multitudinarias han demostrado un comportamiento «ejemplar».

Para satisfacción de los directivos de las televisiones, la visita del papa ha cosechado audiencias millonarias. También deben de estar contentos los gestores culturales. El Museo del Prado ha recibido en el transcurso de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) más de 115.000 visitantes. No en balde, la pinacoteca ha exhibido durante estos días obras muy relevantes de arte sacro.