Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
MISTERIO

Bélmez 40 años de caras

Las instituciones de Jaén invierten 885.000 euros en crear un museo del fenómeno parapsicológico más controvertido de España

Francisco Apaolaza
Actualizado:

Nunca una mancha de grasa en una cocina dio tanto juego. Pasó un día de verano tal como hoy, cuando María Gómez Cámara creyó ver una cara humana en la suciedad de sus fogones. Lo normal hubiera sido acabar con ella con un sofoco, una conversación de sobremesa, un poco de limpiador antigrasa y un buen 'fregao'. Lo anormal es que se siga hablando de la mancha 40 años después y que las caras de Bélmez de la Moraleda, parapsicológico municipio de Jaén, se hayan instalado por siempre en el imaginario del misterio español. Tan interminable es la polémica que el Ayuntamiento le construirá un museo que costará 885.000 euros.

En el pueblo no se han visto en otra. Casi 651.000 euros de subvenciones de fondos europeos y otros 200.000 de la Diputación de Jaén (además de los 42.000 que pone el Ayuntamiento) para un museo que también se usará como centro cultural, espacio para conferencias y ruedas de prensa. Ese ha sido el mayor legado que el más allá le ha dado a este pueblo de 1.900 habitantes que vive exclusivamente de la agricultura. Los espíritus que supuestamente imprimieron teleplastias en el cemento de la casa, en el número 5 de la calle Real, tal vez no fueran los fallecidos en la batalla del Santuario de la Virgen de la Cabeza, en Andújar, ni los familiares de María, sino los vecinos del pueblo que pasaron a mejor vida, que decidieron hacer un regalo a sus descendientes. Quién sabe. El alcalde, Pedro Justicia, está encantado.

- ¿Cómo ha llegado este proyecto? Hay voces que lo consideran turismo parapsicológico.

- Está pagado con subvenciones europeas para proyectos de desarrollo o promoción turística. No podíamos hacer otra cosa. Los proyectos tenían que tener un perfil y ese cuadraba.

- ¿Qué le parecen las críticas al fenómeno de las manchas que son supuestas caras?

- No son supuestas, están ahí. Llevan 40 años y confío más en el fenómeno que en la gente que intenta desmontarlo. El que quiera decir 'supuestas', que venga, investigue y me demuestre quién las ha pintado.

- ¿Le ha sentado mal la palabra 'supuesto'?

- Naturalmente que me ha sentado mal. Pero le invito a venir al pueblo a verlo en persona y comprobar si es supuesto o no.

Las brasas de la polémica siguen ardiendo, aunque la mayoría de los vecinos vean con más cariño a los visitantes, la publicidad y las subvenciones que las teorías de escépticos y científicos que desmontan la aparición de las caras en casa de María.

A aquella primera imagen le bautizaron 'La Pava' y desde 1971 han ido apareciendo muchas más. A la tercera ya estaba armado uno de los grandes líos parapsicológicos de la historia contemporánea de España. De aquello hace 40 años, y no ha cambiado casi nada. Hace unos días, el fenómeno reverdeció con nuevas aportaciones de esa mano misteriosa que pinta los muros de las casas en las que vivió María, fallecida en 2004, una en la calle Real (hoy calle María Gómez), donde murió la mujer, otra en Cervantes, donde nació. Algunos creen que es ella, que pinta después de muerta, y han querido aportar otra prueba de que las caras tiene un origen inexplicable. En febrero, un albañil y un notario fueron la curiosa pareja del último episodio de la guerra entre los que creen en las caras y los que las atribuyen a unos jetas. Cada uno a lo suyo: mientras que el operario picaba una pared en la vivienda de la calle Cervantes, el notario daba fe de que se cubría con cemento sin manipular, que se cerraba la estancia a cal y canto y que nadie metía la zarpa. Seis meses después se ha vuelto a abrir y, alehop, han salido más manchas, una suerte de algas con dos ojos en el centro, esta vez sin manipulación posible del hombre. ¿O sí? El albañil asegura que nunca, en sus cuarenta años de experiencia, le ha ocurrido algo parecido, pero para el abogado Fernando Frías, del Círculo Escéptico, resulta «patético» ver caras en esas manchas producidas por la humedad, potenciadas por «todos los maceteros llenos de agua que se mantienen en la casa». Admite que en las demás estancias aparecen rostros «obviamente pintados».

El debate, está claro, tiene para rato: no hay ni un punto en común entre el bando de los que consideran que es una manifestación paranormal -militan clásicos del género como Iker Jiménez, Jiménez del Oso, Pedro Amorós o Germán de Argumosa- y los escépticos.

El 'facebook de muertos'

Obviamente, los que se toman el fenómeno como algo paranormal no ven gato encerrado por ninguna parte. Carlos Romero se sube cada mes a su coche en Sevilla y recorre 210 kilómetros para plantarse en Bélmez con un equipo de investigación parapsicológica. A su juicio, obviamente, no hay una mano humana detrás, ni siquiera la que pone maceteros llenos de agua. Afirma que se quitaron de allí en 2008. «Yo no digo nada, solo investigo» y asegura que son ellos mismos los guardianes de que no se manipule nada y que algún listo les deje «con cara de tonto».

En la batalla generada alrededor de ese 'facebook de los muertos' que es la casa de María, han salido adelante teorías de todo tipo, muchas de ellas tirando por tierra el chiringuito del más allá. La primera reacción fue la de la propia María, una persona de campo de escasa formación: su sorpresa fue mayúscula. El pueblo se llenó de fieles en un movimiento que bastante tenía que ver con la religión. Luego vinieron los medios de comunicación e hicieron de altavoz. Cuentan que durante su cobertura del acontecimiento, el diario 'Pueblo' llegó a vender 50.000 ejemplares más. Después, ese mismo periódico aseguró que las caras se habían 'pintado' con nitrato de plata, un producto con el que se consigue que las imágenes afloren después de un tiempo. También vinieron químicos del CSIC, que determinaron que una de las caras era la huella de un zapato retocada con carbón y otras estaban hechas de grasa, cosa normal en una cocina.

Hubo cientos de investigadores entre los que querían demostrar el fraude y lo contrario. Se encendieron querellas, peleas, psicofonías, notarías y decenas de miles de turistas, entre 20 y 100 cada fin de semana, han acudido a contemplar la cara que María creyó ver en una mancha de grasa el 23 de agosto de 1972. No hay que pagar por entrar, pero sí se acepta «la voluntad».