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La artista granadina Estrella Morente muestra todo su arte sobre el escenario de la plaza Fragela. :: MIGUEL GÓMEZ
MÚSICA

Estrella Morente se hace cometa

La cantaora regala el sábado un espectáculo lleno de garbo y majestuosidad dentro del ciclo 'Conciertos para la Libertad'

LAURA JURADO
CÁDIZActualizado:

«Yo quiero mucho a esta tierra porque mi padre me ha enseñado a quererla», suspiró Estrella Morente durante su actuación del sábado en los 'Conciertos para la Libertad'. Y así lo exhibió. La cantaora demostró en la cuna del arte que una artista se hace grande en las tablas, y que si hay entrega, se recibe emoción y aplausos.

La cita con la virtuosa era a las 22.00 horas en el espacio improvisado por el Ayuntamiento al aire libre en la plaza Fragela. Sin embargo, el público la esperaba ya desde una hora antes en la colas que se formaron frente a las dos puertas de acceso habilitadas a izquierda y derecha del recinto. Filas que hacían competencia a la de la taquilla, donde los más rezagados recogían sus entradas mientras algunos avispados escogían asiento en las escalerillas de la Facultad de Medicina. La libertad del recital les permitiría escuchar los quejíos de la artista desde allí. Las puertas se abrieron media hora antes de que arrancara el concierto y los espectadores fueron poco a poco ocupando sus asientos, que dependiendo del precio de la localidad eran de silla o grada. No obstante, tiempo después, no importarían las distancias con el escenario. Y en primera fila, la primera edil, Teófila Martínez, acompañada en la localidad pareja por Antonio Castillo, concejal de Cultura. El público en general de mediana edad, pocos niños abajo de las tablas, porque al final de la actuación si que los habría sobre ellas.

El fundido a negro dio la pista de que Estrella Morente y su elenco de artistas estaban ya sobre el escenario. Silencio absoluto que quebró la cantaora con su voz acompañada por un hilo musical suave de fondo. Para empezar, clamó al cielo con su portentosa garganta, y despacito la luz tenue del escenario permitió divisar el cuadro de Morente, donde la protagonista de la noche era el epicentro. Voz y música nacen entonces de la misma fuente. Palmas, palillos, y bocanadas de sonoridad para romper el hielo. Se hace la luz. Estrella Morente ilumina el escenario. La acompañan un grupo de ocho artistas. Percusión y guitarras a la izquierda y voces y palmas a la derecha. A su espalda, las tres puertas de arco de herradura neomudéjar del Gran Teatro Falla los guarda del fuerte levante que tampoco quiso perderse el alarde de genialidad de la cantaora. Lució un traje plisado en beig al que le puso colorido con un mantón en tono turquesa con grandes flores bordadas en rojo. Destacó también en el vestuario el chaleco que llevaban algunos de los músicos con las letras de Morente y el esbozo del desaparecido cantaor bordados.

Misticismo y dulzura

Al primer acorde de cuerda respondió lírica y rezó 'le di caza al alcance'. Con ello creó ya el halo de misticismo y embrujo que permanecería ya en el ambiente toda la velada. Garganta de caramelo que endulzó los tonos con agonía. Tras ello tocó el turno del jaleo. Con el ritmo y el compás de 'empújale al columpio' puso la alegría en la velada. «La gente mira desde los balcones. Estamos en la tierra del arte», anunció la cantaora antes de dar rienda suelta al cante jondo. Para ello se quedó sola con la cuerda. Su arte habla de universo. Días antes había confesado en una entrevista para LA VOZ que su estrella estaba en el cielo. Domina el cante y la gracia con soltura. Baja y sube los tonos como una escalera de colores cándidos. Termina con el manto abrazado a ella y baja del escenario. En él se queda el toque. Escuchar los sonidos de la cuerda en el más absoluto silencio con los ladrillos rojos del Falla como telón de fondo fue algo mágico. Pronto subió el resto del cuadro para acompañar a la guitarra con el genio de las bulerías. Gargantas señoriales y jóvenes entre los artistas. Flamencos polifacéticos que lo mismo tocan la caja que se lanzan al tacón. El duende del baile acompañó en todo momento los acordes de jaleo. Un tiempo que la granadina aprovechó para cambiarse. Pero pronto brilló de nuevo. Esta vez vestida con traje negro y blanco rematado en volantes como la espuma del mar de Cádiz. Se paseó por el escenario coqueta con su abanico blanco en la mano y fue entonces cuando se hizo inmensa. Ve la luz la segunda parte del concierto, y para estrenarla entonó uno de los temas que se han convertido ya en una constante de sus repertorios en galas y actuaciones en directo, 'La estrella'. El público se emociona y algunos desde abajo murmuran su letra. Precioso.

Después se acuerda de la familia Flores y mece letras de 'La Zarzamora', de 'Ay pena, penita, pena' de 'Miedo' y de 'A tu vera'. Aunque, también mira atrás y hace homenaje a Antonio Flores con una versión flamenca de 'No dudaría'. Sigue el recital. Y es ahora cuando sorprende el momento estelar de la noche, el culmen, el colofón. Estrella Morente se atreve sin micro con la 'Bien pagá', copla que tanto éxito le trajo a Marifé de Triana. En un alarde de genio y raza salta de las tablas y aterriza en la zona de las sillas, frente a la mirada atónita y de desconcierto de todos los allí presentes. La estrella se convierte entonces en cometa y viaja por todas las esquinas del espacio improvisado por el Ayuntamiento con su voz. A capela se mueve a su antojo y dibuja en los rostros de los allí presentes lágrimas y sonrisas. Y cuando culmina, nadie se sienta. Todo el recinto lo agradece en pie. Para despedirse, vuelve a las tablas y todo el cuadro dedica su arte al público. Macedonia de cante por soleá, baile, garbo y majestad. En definitiva, sublime, maravillosa, única.