Cartas

Una súplica

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Acabo de leer en una carta de Intermon Oxfam el grito desgarrador de una madre, Akiro Lotege, que vive en Turkana, una de las regiones de Kenia más afectadas por la peor sequía de los últimos 60 años y que amenaza a más de 12 millones de personas. Dice: «Hemos estado sin alimento hasta cuatro días, al quinto los niños ya no podían tenerse en pie. De hambre lloran toda la noche, y mis besos y caricias no pueden calmarlos». Pensemos en nuestros niños, bastantes de los cuales desechan parte de su comida porque no les gusta, o porque andan hartos de chuches o dulces industriales. Qué dirían estas criaturas o sus padres si pudieran ver nuestro mundo con tantas mansiones de gente que gasta millones en lujos y fiestas, o la cantidad de comida que se tira en cualquier banquete, o las cifras astronómicas que cuesta investigar cualquier planeta, mientras en el nuestro millones de seres desamparados mueren de hambre y sed. Ayudemos según nuestras posibilidades, para que estas madres puedan alimentar a sus hijos, aparte de besarles con amor.