Un oficio de alto riesgo
MADRID. Actualizado: GuardarAfganistán es uno de los cinco países más pobres del mundo y Badghis, una de las dos provincias más pobres del país. Bajo estas condiciones extremas, en una situación de alto riesgo, trabajan una docena de cooperantes españoles. La mayoría proceden de Tragsa, una empresa pública especializada en el sector agrícola y medioambiental, y el resto son funcionarios del Ministerios de Asuntos Exteriores y Cooperación. En turnos de siete meses, los cooperantes se encargan de desarrollar los proyectos sobre el terreno. Para ello analizan las necesidades más urgentes de la población y elaboran los planes de obra. Cuentan con el apoyo de personal civil afgano y se encargan de contratar a empleados locales para las tareas de campo. La maquinaria la aporta Tragsa o empresas subcontratadas que cuentan con trabajadores especializados.
Los cooperantes viven en barracones en la base militar Ruy González de Clavijo, en Qala-i-Naw, capital de Badghis. La inestabilidad de la zona hace que viajen siempre con escolta, lo que reduce bastante su capacidad de movimiento.
Pese a su denodado esfuerzo, las ONG no son muy bien vistas en la zona. A partir de 2004 se produjo una estampida tras el asesinato de cuatro cooperantes de Médicos Sin Fronteras y de un voluntario de la ONG alemana Malteser.
Y es que el temor a un ataque no es infundado. Tampoco para la AECID. No obstante, esta labor callada también tiene su recompensa, como el agradecimiento que antes de irse les transmitió en persona el exjefe de la misión, el general estadounidense Petraeus.