Elogio del rival
Menospreciar a los perdedores es la mejor manera de devaluar el éxito, casi siempre transitorio en el deporte y en la vida
Actualizado:Sea quien sea el contrario su concurso es imprescindible para obtener la victoria, ya que no hay triunfadores sin derrotados.
Menospreciar a los que resultan perdedores es la mejor manera de devaluar el éxito, casi siempre transitorio en el deporte y en la vida. Pero ¿quién está seguro de que el fútbol sea un deporte? La célebre frase que asegura que «lo importante es participar», atribuida al barón de Cubertín, la plagió el arzobispo de Filadelfia, que vaya usted a saber de quien la copió anteriormente.
El caudal de la invención humana es muy exiguo. Don Pío Baroja decía que escaseaba tanto como el oro en los ríos, pero la verdad es que hace correr ríos de tinta que luego van a dar al mar de las hemerotecas.
El airado y fúnebre Mourinho, que le sienta al Real Madrid como unas alpargatas al hombre del frac, atrae las broncas. No se pierde una, incluso las que no provoca. Le echa mal de ojo a los rivales, confundiéndoles con enemigos, y donde pone el ojo pone el dedo. Se puede cargar entre nosotros el más ingenioso de los juegos ideados por el ser humano. Hay antropólogos que afirman que en Neanderthal, en el periodo musteriense, aquellos remotos parientes usaban la calavera de algún derrotado como balón y se afanaban en introducirla entre dos árboles, probablemente herederos del Bien y del Mal. No hay pruebas de que por aquel entonces existieran federativos, ni hinchas, pero no se descarta la presencia de algún inteligente antecesor del actual encargado de entrenar al Madrid y de ponerlo en forma al mismo tiempo que le hace perder las formas.
También nosotros, los más o menos primitivos amantes del fútbol, nos estamos perdiendo al arranque de la liga. La cosa no tiene gracia. El culpable no es el dinero, sino su ausencia. Eso de no pagar las deudas, así como a nosotros no nos pagan nuestros deudores, está muy mal. Tan mal como humillar al contrario, que es el que más falta nos hace para ganar.