¿Podrá el plan de Merkel y Sarkozy sacar a Europa de la crisis?
La negativa reacción de los mercados y las discrepancias de otros gobiernos auguran un difícil recorrido a sus proyectos
MADRID.Actualizado:La reunión de la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy, que tantas expectativas había levantado, no ha llevado la tranquilidad a los mercados de valores y del dinero, que acaban de vivir una 'semana negra' en la que las tensiones se han agudizado. Las propuestas de los líderes para crear un «verdadero» gobierno económico de la zona euro, además de agitar a los inversores y al sector bancario, han levantado recelos entre otros socios. Los menos desarrollados, porque temen que las exigencias de rigor fiscal y disciplina presupuestaria acaben de sepultarlos en el pozo; los ricos, desde la desconfianza en que sacar adelante otro proyecto unitario acabe por pasarles una nueva factura.
¿Acaso no existía ya un gobierno económico de los diecisiete? Sobre el papel no, porque los integrantes de la moneda única han cedido básicamente soberanía monetaria. Se nota en la escasa preocupación del Banco Central Europeo por el crecimiento de la región, volcado como está en el control de los precios.
Si no hay autoridad económica común, ¿cómo se explican las dramáticas decisiones que han debido tomar los gobiernos de los países periféricos para evitar el contagio de la crisis de la deuda por exigencias del eurogrupo? Los ciudadanos españoles difícilmente van a olvidar las decisiones impuestas el 9 de mayo de 2010, y sus secuelas. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que imprimir un giro de 180 grados a sus políticas y poner en marcha la congelación de las pensiones, los recortes salariales a los funcionarios, el aumento de los impuestos sobre el consumo. Fue un alumno adelantado: Italia está siguiendo esa trayectoria e incluso Francia prepara un paquete de medidas de austeridad y reformas que el Ejecutivo de Sarkozy se propone aprobar el 24 de agosto con la finalidad de reducir el déficit.
Merkel y Sarkozy pretenden amarrar este tipo de compromisos. Quieren disciplinar a los países que registren déficit superiores al 3% del Producto Interior Bruto y a aquellos otros en los que la deuda rebase el 60% de esta magnitud. Olvidan que, entre los años 2002 y 2004, con el pacto de estabilidad vigente, tanto las cuentas de Alemania como las de Francia presentaron números rojos superiores al techo marcado sin sufrir caídas del producto superiores al 0,75%, la única vía de escape que les hubiera salvado de penalizaciones. Ni que decir tiene que las multas previstas no se aplicaron.
Fondos comunitarios
Ahora, el tándem franco-alemán ha propuesto los más estrictos controles sobre los países que reciben fondos comunitarios -a España le quedan por cobrar 8.000 millones hasta 2013- y apuntado la posibilidad de que los recursos no utilizados por los perceptores se integren en una 'hucha' común para un posterior reparto. La sugerencia no es baladí: Portugal y Grecia, dos de los principales destinatarios del paquete de 350.000 millones de euros establecido en los presupuestos de la UE para 2007-2013, se pueden ver en dificultades para financiar la parte que les corresponde, y los programas pueden decaer por este motivo. A partir de 2014, «los pagos se suspenderán para aquellos países que incumplan las recomendaciones» y mantengan déficit excesivos.
Para reforzar las exigencias de rigor contable, el equipo 'Merkozy' quiere que, siguiendo el ejemplo alemán, el compromiso con la estabilidad se consagre en las legislaciones nacionales al más alto nivel. Este planteamiento de cambio se suma los ya de por sí complejos procedimientos de las reformas institucionales que los socios del euro tienen que abordar cuanto antes para sacar adelante los acuerdos del 21 de julio (segundo rescate de Grecia, reforzamiento del fondo de rescate.). Incluir un techo de gasto en las constituciones resulta problemático, más en unos países que en otros.
Ni la reiterada demanda de emisión de eurobonos ni la más urgente ampliación del fondo de rescate figuraban en la agenda de Merkel y Sarkozy. Los mandatarios defienden la tesis de que, antes de soltar más dinero, hay que asegurarse del destino que recibirán esos recursos.