La hora del recreo
Actualizado: GuardarEl eclipse de 'la Liga de de las Estrellas' nos va a meter a algunos en nuestra interior desolación, semanalmente corregida por el consuelo futbolístico. Vivir son cuatro días y algunos lloviendo y otros con un calor más o menos soportable, pero a cuatro días del comienzo de la competición, ni los futbolistas ni los clubes han llegado a un acuerdo. Quiere decirse, aunque este mal decirlo, que son muy brutos todos. Han tenido tiempo para arreglar las cosas, pero lo han desperdiciado en reuniones, bebiendo agua mineral etiquetada negra y chupando del bote. Las únicas cuentas que en España salen redondas eran las del balón, pero hay demasiados golfantes que viven del tinglado rectangular y por cada muchacho que corre sobre el césped hay varios señores pastando. Nos podemos quedar sin futbol diecisiete años después de que se llevara a cabo y a fin la última huelga. La cosa no tiene ninguna gracia, ya que la diversión forma parte del trabajo y después de que media España se haya quedado sin trabajo nos podemos quedar los demás sin diversión.
Se ha perdido la honorable costumbre de pagar las deudas. Ni siquiera las únicas que se consideran de 'honor', que eran las de juego, se respetan ahora. No se paga a los jugadores. Alrededor de ellos hay muchos señores de pantalón largo hablando de la llamada 'Ley Concursal'. Se discute y no se acaba de 'derechos de imagen', pero lo único que está claro es que se van a suspender las dos primeras jornadas de Liga si Dios, o su vicario, que a su edad anda corriendo la línea que separa en Madrid a ateos confesionales y adictos, no lo remedia.
El deporte es una forma de consuelo, ya que siempre tiene un ingrediente de evasión y por lo tanto de regreso, más o menos infantil, a una primera visión del mundo. Consiste en superar unas dificultades que no existían antes de habérselas propuesto. Los niños juegan a ver quién mea más lejos y los mayores delegamos en quién mete más goles, Cristiano o Messi. Eso es todo, pero con las cosas de jugar no se juega.