Ataque...desde Egipto
Actualizado: GuardarLa muerte de ocho israelíes a manos de un comando palestino el jueves es una noticia en sí misma, pero su gran relevancia consiste en que los autores entraron en suelo israelí… desde Egipto.
Tal cosa no ocurría desde hace más de treinta años y para algunos comentaristas israelíes se explica porque el gobierno egipcio ha perdido el control de la seguridad en el Sinaí tras la caída del régimen de Hosni Mubarak.
Mubarak era vicepresidente cuando en 1978 Anuar el-Sadat firmó con Israel los Acuerdos de Camp David, auspiciados por los Estados Unidos. Desde entonces la frontera egipcio-israelí era una de las mas seguras (y menos transitadas) del mundo. El dispositivo de seguridad se amplió con una acordada presencia de una fuerza de la ONU en el Sinaí desmilitarizado y de cuyos integrantes nadie se acuerda.
Una batalla en toda regla
Todo eso es lo que el jueves voló por los aires, con un precio de 17 muertos (ocho israelíes, seis palestinos y tres soldados egipcios) y ante la perplejidad israelí, expresada muy bien en una de las primeras reacciones oficiales: el diario “Haaretz” citando fuentes militares dijo que era una situación delicada y difícil. Solo los iniciados comprendieron en seguida por qué era así.
La parte egipcia se limitó a decir en seguida que, contra ciertos informes, no se había hecho fuego contra Israel desde suelo egipcio, pero no pudo negar la evidencia central del asunto: el comando, muy nutrido (tal vez una veintena de hombres) armado y con vehículos salió de Gaza hacia Egipto por la red de túneles y tuvo que recorrer unos 200 kilómetros para acercarse mucho a la ciudad israelí de Eilat y allí cruzar la frontera y preparar sus asaltos, que fueron al menos tres.
Habituados a ver el área como aburridamente segura, los israelíes se frotaron los ojos aunque habían tomado ciertas precauciones no porque temieran tal ataque, sino porque los egipcios –como obligan los Acuerdos de 'Camp David'– les habían solicitado su autorización para enviar soldados y equipo militar a la zona para controlar a la siempre autónoma y belicosa población beduina, que habría alcanzado acuerdos con elementos radicales islamistas foráneos.
Dimensión política y diplomática
Aun suponiendo que las cosas fueran así, el hecho central, la entrada del comando y el lugar donde se produjo supuso como una vuelta atrás, a los años setenta, cuando Egipto no reconocía a Israel y su discurso oficial le era muy hostil. Era como abolir políticamente Camp David, aunque para eso había que probar alguna clase de connivencia, aunque fuera por vía pasiva, de la autoridad egipcia.
Nadie ha dado ese paso hasta hoy y todo prueba que el “Consejo Militar Supremo” que rige Egipto en espera de las elecciones ni tolera ni ampara que elementos armados incontrolados campen por sus respetos. De hecho, fuerzas egipcias se enfrentaron a los asaltantes en su retirada y les causaron alguna baja y perdieron a dos (tres según otros informes) de los suyos.
Con todo, la impresión causada por el ataque es tremenda, causa una fuerte impresión regional y acusa una dimensión política y diplomática compleja. Que la incursión sea obra, como es, de los “Comités de Resistencia Popular”, o sea ni de Hamas ni de ninguna formación relacionada con la OLP, sino de un híbrido de militantes hostiles a todo diálogo con Israel solo atenúa, pero no elimina el impacto.
Al fondo está la preocupación por el Tratado de paz que el Egipto ahora en cuestión firmó con Israel en 1979 y que es muy impopular. ¿Qué hará con él el gobierno que nazca tras las elecciones? Se entiende por qué en Israel sintieron como nadie la caída del 'rais' Mubarak…