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Preparativos en el interior del Ayuntamiento de Madrid. / Efe
EL PAPA, CON LOS JÓVENES

La fe católica «forja» España

Los organizadores calculan que más de medio millón de personas han acudido a la misa que está oficiando el cardenal Rouco Varela

ANTONIO PANIAGUA
MADRIDActualizado:

Madrid se erigió ayer en la capital de la cristiandad. Los católicos han acudido en masa a la llamada de Benedicto XVI para participar en la 26.ª Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra desde anoche y hasta el domingo bajo la presidencia del papa Benedicto XVI. Coreanos, brasileños, mexicanos, polacos, ucranianos, alemanes, franceses, estadounidenses, italianos…. La ciudad era una nueva Babel con jóvenes cristianos procedentes de 193 países que abarrotaban sus plazas y calles. Con una misa multitudinaria en la plaza de Cibeles de Madrid que ha reunido a medio millón de personas, el cardenal Rouco Varela ha saludado a los fieles y ha destacado que la identidad de España se forja en el cristianismo desde hace dos milenios. Rouco advirtió a los jóvenes de los condicionantes que mediatizan su vida, "muchas veces para mal", y que se resumen en la globalización, la crisis económica y las nuevas tecnologías. Cerca de medio millón de jóvenes, según la organización, se concentran en la Plaza de Cibeles de Madrid.

La misa inaugural de la JMJ, presidida por el arzobispo de Madrid y máximo responsable de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela estuvo concelebrada por 800 obispos, arzobispos y cardenales, así como 8.000 sacerdotes. En su homilía, el cardenal Rouco ha identificado la identidad de España con una fe "bimilenaria" que conforma sus raíces.

El magisterio del beato Juan Pablo II, creador de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se remontan a 1985 en Roma, ha sido el protagonista de la eucaristía. Rouco evocó a Karol Wojtyla, el antecesor de Joseph Ratzinger en el trono de Pedro, y ha aseverado que la idiosincrasia de España no se entiende sin su herencia católica. "La personalidad histórica de España se forja con rasgos inconfundibles en torno a la visión cristiana del hombre y de la vida desde los albores mismos de su historia, iniciada en gran medida con la primera andadura de la predicación apostólica en suelo español hace casi dos mil años", argumentó . Sin la "bimilenaria tradición católica", dijo el cardenal, España sería ininteligible.

Rouco arremetió contra el "rampante relativismo espiritual y moral" que hace que la fe vacile. La "descritianización" de la sociedad española y la pérdida de valores morales constituyen las principales preocupaciones del presidente de la Conferencia Episcopal, una inquietud que comparte el papa Benedicto XVI. Citando Juan Pablo II, "el Papa de los jóvenes", el responsable de la jerarquía eclesiástica ha apelado a los feligreses para que busquen la santidad, al tiempo que ha subrayado que las jornadas servirán para aumentar las "vocaciones para el sacerdocio, la vida consagrada y el apostolado".

Segunda JMJ española

Con este mensaje el cardenal Rouco inauguró la segunda JMJ que se celebra en España. La primera aconteció en Santiago de Compostela en 1989, con Wojtyla en el solio pontificio y Rouco al frente de la archidiócesis compostelana.

El presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el cardenal Stanislaw Rylko, dió la bienvenida a los feligreses y lamentado que las sociedades secularizadas rechacen a Dios, o que al menos sus miembros vivan como si Dios no existiera. Rylko ha aprovechado la oportunidad para denunciar los "signos de profunda desorientación" que está ofreciendo Europa. El miembro de la curia ha invitado a los jóvenes a que se miren en el espejo de Juan Pablo II y hagan de su vida una apuesta por Jesucristo.

Antes de la ceremonia religiosa, jóvenes procedentes de un sinfín de nacionalidades paseaban por la ciudad y hacían turismo a la espera de que comenzara la misa de acogida. El Paseo del Prado, la plaza de Cibeles, la Puerta del Sol, las inmediaciones del Palacio Real y otros puntos estratégicos de la ciudad estaban copados por fieles que se movían en grupos y que de vez en cuando se arracimaban para entonar cánticos religiosos.