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LA GRAN COMPRA

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Mucho tiempo llevamos sin vender una escoba, quizá porque nos hacían falta en casa para barrer las corrupciones, pero de pronto, cuando estábamos con el agua sucia hasta el cuello, el Banco Central Europeo nos ha echado un salvavidas. Para calmar a los mercados, que están nerviosísimos, ha decidió adquirir un buen trozo de nuestro futuro batiendo la plusmarca bursátil de nuestra deuda. Pan para hoy y hambre para mañana y para pasado mañana.

Italia nos acompaña en la triste alegría de salvar el mal momento garantizando otros peores, pero más lejanos. El presente es una divinidad, pero tener que pagar 22.000 millones de euros en el futuro es una maldición.

«Prohibido pisar la zona euro», muy bien podría ser el cartel que han fijado Nicolas Sarkozy y Angela Merkel para burlar al toro lucero 'Ratón' que cornea las economías. Lo único que no desean, ni Berlín ni París, es emitir eurobonos. Aspiran a una autoridad económica europea, pero Van Rompuy, que tiene cara de jefe de negociado de primera, no es ni Carlomagno ni Napoleón. La globalización no es que esté dejando mucho que desear, sino todo.

El globo se ha pinchado y ya no sube a los altos cielos continentales porque en Europa corren malos tiempos. David Cameron habla de rescatar del «colapso moral». Ahí es nada. Tendrá que revisar las políticas de familia, educación, sistemas para prevenir el consumo de drogas y otras minucias. Le ha caído una buena, en plenas vacaciones, al primer ministro británico.

Tampoco está my tranquilo Obama, que acaba de descubrir que la crisis «no es de las finanzas, sino de la política». Nuestros líderes están más tranquilos. Uno está haciendo las maletas y el otro sigue haciendo de Don Tancredo. Una gota de sudor no puede caer en la arena porque no están dando ni golpe este verano. Lo único que hacen son declaraciones mientras el blanqueo de dinero sigue creciendo. ¿Dónde está ese prófugo? No lo sé. A mí que me registren.