‘Ratón’, el matador
El toro más cotizado en los festejos populares ha sumado otro muerto a su historial
Actualizado: GuardarSe llama ‘Ratón’, y resultaría difícil dar con un bautismo más inapropiado para un animal de su estampa y su carácter. Nada en este toro de 550 kilos evoca la asustadiza timidez de los roedores, pero los ganaderos siempre han mostrado cierta inclinación por los nombres ocurrentes y un poco absurdos: se trata, de hecho, del segundo ‘Ratón’ que pasa a la historia de los festejos taurinos. Al primero, un ejemplar portugués que solía robar el pienso a los compañeros de corral, aún se le tiene presente por la triunfal faena que le hizo Manolete en Las Ventas en 1944, dicen que la mejor de su carrera. Nuestro protagonista, en cambio, no será recordado por haber derramado sangre propia, el papel habitual que se ha asignado a los de su especie, sino por el dramático historial de muertos y heridos que ha ido acumulando. En este caso, él es el matador.
A ‘Ratón’ lo llamaron así porque al nacer, en abril de 2001, se le veía particularmente pequeño e inofensivo. Pero su propietario, el ganadero valenciano Gregorio de Jesús, no ahorra hoy superlativos para referirse a él: es, en su opinión, «el toro más famoso de todos los tiempos». Y, a medida que se labraba esa celebridad a base de certeros derrotes, el animal también se fue ganando un apodo que ahora luce como divisa individual: se le conoce como ‘el toro asesino’, igual que si sus mortíferas actuaciones fuesen el resultado de un cálculo consciente, de una astucia casi humana. La estatura legendaria que ha adquirido hace difícil separar la verdad del mito. Es seguro que, en 2006, mató a un hombre en los ‘bous al carrer’ de Puerto de Sagunto, al asestarle diez cornadas que le destrozaron los pulmones y otros órganos. En las Fallas de 2008 protagonizó otra cogida espeluznante, al encelarse con un joven al que lanzó al aire y empitonó en tres ocasiones, hasta dejarlo muy grave. Y, el pasado sábado por la noche, fulminó de una sola embestida a un chico ebrio que había saltado a la plaza de Xàtiva. Más allá de eso, muchas afirmaciones quedan sumidas en la bruma de la duda: le atribuyen una tercera muerte en Benifairó, incluso hay quienes hablan de cinco o seis personas que se han dejado la vida en sus astas. Los heridos, eso sí, se cuentan por docenas.
Los aficionados a estos festejos también han ido tejiendo teorías sobre el porqué de tanto peligro. Sostienen que ‘Ratón’ actúa con premeditación y malicia, que tiene a su víctima elegida desde el principio, que solo se arranca si ve la carne a tiro, que su intención es matar. Las fantasías llegan tan lejos que Gregorio de Jesús ha tenido que recordar más de una vez que estamos ante «un toro normal». ¿A qué achaca él su letal currículum? En primer lugar, a la agilidad de sus patas, largas y poderosas: ‘Ratón’ es ya un toro viejo, un anciano de diez años en un mundo de jóvenes, pero todavía sube en un abrir y cerrar de ojos a pirámides, tablados y demás obstáculos habituales en los ‘bous al carrer’. Dos zancadas y, de repente, está ahí, demasiado cerca. «Tiene un espíritu trabajador que lo diferencia del resto y es tremendamente inteligente», añade el ganadero. Un último rasgo resulta decisivo: ‘Ratón’ es lo que llaman un animal palicero, que se ceba con su presa y embiste con derrotes cortos y girando la cabeza hacia los lados, de manera que el daño se multiplica. Sus cuernos rasgan tejidos, vísceras y, en ocasiones, vidas.
Cuando se remonta a la infancia del toro para explicar estas características, Gregorio de Jesús hace hincapié en la genética y en una mala experiencia que cree determinante. ‘Ratón’ es hijo de ‘Caracol’, un semental al que recuerda mucho en viveza y bravura, y de ‘Fusilera’, vaca primeriza que agradaba especialmente al ganadero y que se ha mantenido activa en el circuito durante muchos años. Cuando el delicado becerro contaba unos diez días, unos muchachos se colaron en el recinto, lo metieron en una corraleta, estuvieron jugando con él y lo dejaron encerrado a oscuras. El ganadero se lo encontró «temblando y acurrucado en un rincón», y ya nunca ha podido quitarse de la mente que aquel trance angustioso pudo sembrar en ‘Ratón’ el rencor hacia los seres humanos.
A estas alturas, ‘Ratón’ debería estar ya retirado, disfrutando de las gratificantes rutinas del semental, pero se ha convertido en esclavo de su éxito. En realidad, de haber alguna conclusión moral en esta historia, no deberían referirse al supuesto ‘toro asesino’, que al fin y al cabo obra por puro instinto, sino a las personas fascinadas por su fiereza hasta el punto de ir elevando su caché. La cotización de ‘Ratón’ subió como la espuma a medida que se difundía su leyenda negra: de los 1.500 euros de sus compañeros de cuadra pasó a 3.000, de ahí a 6.000. Al parecer, en Xàtiva se pagaron 10.000 euros por su presencia del pasado fin de semana, y los rumores del mundillo aseguran que algunos ayuntamientos han desembolsado unos astronómicos 15.000. Gregorio de Jesús intentó jubilarlo hace tres años, pero la demanda insistente –y muy generosa– le convenció de mantenerlo en activo: en vez del extenuante calendario de otros ‘bous’, ‘Ratón’ solo tiene unas diez apariciones por temporada en la Comunidad Valenciana, Aragón, Navarra y Cataluña, las autonomías en las que el reglamento no exige la muerte de la res.
El plan de clonarlo
«Es el toro más barato que existe», suele asegurar el ganadero, con el argumento de que, cuando se confirma su presencia, las entradas duplican automáticamente su precio y las plazas se abarrotan. ‘Ratón’ es la estrella indiscutible en su peculiar escalafón, cuenta con varios grupos en Facebook –se ha convertido en el ídolo de algunos antitaurinos, que jalean sus actuaciones más sangrientas– y recibe, en la finca de Sueca donde suele estar, la visita de numerosos aficionados que llegan en autobuses para sacarle fotos. Su dueño ha concebido incluso la idea de clonarlo: el año pasado, cuando se anunció la primera ‘duplicación’ de un toro de lidia, Gregorio de Jesús propuso públicamente hacer lo propio con ‘Ratón’ para perpetuar sus cualidades.
Porque al original le queda poca carrera por delante. El Ayuntamiento de la localidad valenciana de Canals ya ha anunciado que su feria de septiembre «puede ser la última oportunidad de verlo en acción». El toro, «conocido allá por donde pasa por lo sanguinario y listo que es», pisará aquella plaza el día 24, la única jornada en que la entrada pasa de los habituales 2,5 euros a 5. Se da la coincidencia de que Canals fue el lugar donde ‘Ratón’ empezó a hacerse un nombre, con una grave cogida a un aficionado en 2004. La forma en que el Ayuntamiento se refiere a aquel hecho sirve como resumen de la gran paradoja de esta historia, esa inconsistencia tan humana de buscar el peligro máximo y espantarse después ante la muerte. «‘Ratón’ –anuncia con orgullo el texto municipal– vuelve a donde comenzó su leyenda».