Irak recupera la peor cara de la guerra

Al menos 68 personas murieron y más de 300 resultaron heridas en una oleada de atentados que sacudieron todo el país

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Irak recuperó la peor cara de los años de la guerra sectaria en una jornada en la que al menos 68 personas perdieron la vida y más de trescientas resultaron heridas en una oleada de ataques que afectaron a todo el país, excepto a la zona kurda que sigue manteniéndose como la más estable y segura del país árabe. Coches bomba y suicidas sembraron el terror desde Kirkuk a Nayaf tiñendo de sangre un ramadán que discurría con normalidad.

De momento ningún grupo se ha atribuido las 32 acciones de ayer –11 coches bomba, 19 artefactos explosivos improvisados y dos kamikazes–, pero como destaca el diario ‘The New York Times’ un portavoz de Al–Qaida anunció la pasada semana una operación de estas características siguiendo el modelo de la etapa en la que Al–Zarqawi dirigía a la organización terrorista en su lucha contra las fuerzas estadounidenses. «Los días de Al–Zarqawi están a punto de volver», anunció este portavoz de la banda terrorista identificado como Abi Muhhamed al-Adnani, que aseguró que la organización cuenta con «hombres que se han divorciado de la vida y que aman la muerte más que cualquiera a la vida».

El ataque más sangriento tuvo lugar en Kut, al sur de Bagdad, donde un artefacto explosivo y un coche bomba estallaron de forma consecutiva a primera hora de la mañana causando la muerte de 35 personas. Provincias suníes y chiíes, además de la propia capital, fueron escenario de este resurgir de la insurgencia, cuya última acción a gran escala se produjo a comienzos de julio cuando una bomba mató a más de treinta personas en Taji, al norte de la capital. Los iraquíes viven con incertidumbre los últimos meses de las fuerzas americanas sobre el terreno. 48.000 soldados esperan la orden final de retirada antes del próximo 31 de diciembre, día en el que expira el acuerdo firmado entre Washington y Bagdad y cuya prórroga se negocia desde comienzos de este mes.

Las autoridades americanas están dispuestas a dejar un grupo de diez mil hombres en el país árabe y así se lo han trasladado al primer ministro, Nuri al–Maliki. El problema es que el principal socio de gobierno, el bloque radical chií de Muqtadar al–Sadr, se niega a aceptar cualquier tipo de prórroga y exige la retirada incondicional americana en los términos acordados. Al- Sadr amenaza con descongelar a su milicia del Ejército del Mahdi en caso de que los americanos permanezcan en suelo iraquí.

En segundo plano

Mientras las conversaciones se desarrollan en el interior de la súper protegida Zona Verde, los iraquíes sufren un nuevo verano sin electricidad a temperaturas de más de cuarenta grados, mientras las fuerzas americanas viven un estío con unas cifras de bajas semejantes a las sufridas en 2009. Quince soldados perdieron la vida en junio –como recoge la web icasualies.org– y, según los mandos, la Guardia de la Revolución iraní está detrás de esta oleada de ataques contra sus unidades que desde hace un año han cambiado su rol de fuerzas de combate por el de mentores de las unidades iraquíes.

Un total de 48.000 americanos permanecen en Irak incapaces de frenar estas exhibiciones de la insurgencia que desde marzo no protagonizaban una jornada tan sangrienta. Entonces al menos 65 personas perdieron la vida durante el asalto de un grupo armado a la sede del Gobierno provincial en Tikrit, la localidad natal de Sadam Husein.

Con la retirada internacional de Afganistán en marcha desde hace varias semanas, la guerra en Irak permanece en un segundo plano aunque el verano está resultando sangriento para los civiles. Pese a que las cifras han mejorado respecto a años anteriores, al menos 259 iraquíes perdieron la vida en julio y las ciudades siguen forradas de muros de hormigón y puestos de control que hacen muy complicado el día a día de los ciudadanos. Todos miran ahora a la Zona Verde para conocer el desenlace final de las conversaciones con Washington y el futuro de sus hombres en el país.