Alcaldes 'a su bola'
El regidor de Vitoria se desmarca de Génova en lo nuclear y se apunta a la cofradía de los ediles 'outsider'
Actualizado:A punto de deslizarse el Celedón desde la torre de San Miguel a la Virgen Blanca para inaugurar las fiestas patronales de Vitoria, el flamante y recién elegido alcalde de la capital alavesa, Javier Maroto, se declaraba rotundamente contrario a prorrogar el funcionamiento de la central nuclear de Santa María de Garoña, a 64 kilómetros de su querida ciudad. Es preciso recordar que el primer edil vitoriano es un joven cuarentón afiliado al Partido Popular desde hace más de una década y conoce perfectamente los planes de Génova favorables a impulsar la construcción de centrales. ¿Qué explica entonces ese desmarque público, tan sonoro y osado? Pues que Maroto ya ha presentado su candidatura al selecto club de los alcaldes 'outsider', ediles urbanos que a lo largo de los años han aportado a la política española algo de aire fresco. Despegados de sus partidos y correspondientes aparatos se han elevado por encima de las siglas y erigido en poderes políticos y singulares administradores con nombre y apellido. El alcalde de Vitoria ha emprendido ya el camino en busca del aprecio transversal de sus conciudadanos por encima de las siglas; a partir de ahora su carburante brotará de la complicidad de la calle. Es heredero del gallego Francisco Vázquez que se inventó el 'socialismo coruñés' y levantó muchos votos a la derecha o de José Ángel Cuerda que aplicó a la alcaldía vitoriana la teología de la liberación más que el nacionalismo del PNV. Incluso del mismo Odón Elorza que aún se lame las heridas de su derrota en San Sebastián porque antes de que su carisma se consumiera en el cansancio inevitable de los donostiarras, ha debido ceder el paso al arrasador 'efecto Bildu'. El edil del PP alavés aspirante a alcalde carismático -porque hay que trabajárselo durante años como ha hecho Iñaki Azkuna en Bilbao hasta conquistar la mayoría absoluta- olfateó desde el minuto uno que tras el accidente en Fukushima nada será igual en el negocio de las centrales nucleares. Los vientos ya rolan en otra dirección y hasta los más favorables al futuro nuclear se baten discretamente en retirada. Maroto lo detectó pronto y jugó la baza de la disidencia sobre seguro. Esa habilidad para conectar con la plaza mayor del pueblo, con el paseo por el que transitan las clases medias, los jornaleros, los autónomos y los propietarios, es el secreto del aprecio que cada cuatro años desemboca en las urnas. El problema es que con el paso de los años se reciclan malamente. O como el irrepetible Tierno Galván se van de motu propio o acaban oyendo misa en el Vaticano como Paco Vázquez. Tampoco es solución dar rienda suelta a la ambición política como la comunista Rosa Aguilar que de cabeza de ratón, adorada en su califato cordobés, ha pasado a la mediocridad de los ejecutivos socialistas amortizados por la crisis.