CIRIOS Y BRASAS
Actualizado:Cada gaditano o visitante que acudió la pasada semana a la 'bebecoa' le costó al Ayuntamiento de Cádiz seis euros. La ecuación es bien sencilla: si participaron 50.000 personas y el Consistorio se gastó 300.000 euros en seguridad y limpieza solo hay que hacer cuentas.
Ocho días después, la diócesis de Cádiz celebra su particular momento de gloria, un momento de gloria que iba a ser un preludio único en España para la JMJ y que además le iba a permitir al obispo, Antonio Ceballos, despedirse a lo grande, ya que la bendición e ilusión de la diócesis había sido capaz de culminar en solo tres meses lo que los organizadores de la Magna del Doce llevan preparando hace más de un año.
Sin embargo se han encontrado con la respuesta de una alcaldesa que no se opone a que se enciendan los cirios, pero que si se niega a poner el dinero para que se limpien las calles. El único delito de los organizadores ha sido hacer las cosas bien y cuestionar el trabajo de la concejalía de Juventud. Y por ahí no pasa y mucho menos porque su Ayuntamiento no haya tenido el más mínimo protagonismo en el vía-crucis. En el trasfondo de todo también subyacen las malas o casi nulas relaciones entre obispado y Alcaldía. Solo hay que acudir un año a la presentación del Corpus para comprobar que allí solo están el concejal de Fiestas, la alcaldesa (cuando va) alguien del Consejo (tampoco siempre) y el que ha pintado o fotografiado el cartel. Pero nadie de la Iglesia.
Tampoco es de recibo, no obstante, que las hermandades amenacen con no salir porque con esa actitud solo están dando la razón a ese sector de la curia que sigue mirando con recelo a las procesiones.
Con la que está cayendo no seré yo el que cuestione cualquier medida de ahorro municipal, aunque tras comprobar lo que cobran algunos concejales y cargos de confianza resulta patético quedar en ridículo delante de tanta gente de la provincia por limpiar unas cuantas calles.
Hace años, el Ayuntamiento se empeñó en entrar en el libro guinnes por la masiva afluencia a las 'bebecoas'. Ahora las apaga antes de tiempo y quiere dejar a oscuras a las cofradías. Eso sí las cenizas de las brasas las recoge sin rechistar y la cera de los cirios la quiere cobrar. Y, al final, las dos te pueden quemar por igual.