Weiwei contra el Imperio del Sol
El artista denuncia en su cuenta de Twitter la represión y las torturas, como algunos de los instrumentos que emplea el Gobierno comunista para silenciar a todos los que se atreven a alzar la voz
MADRIDActualizado:Pasó su cautiverio en una celda de 16 metros cuadrados en la que sólo había una cama y donde la luz permanecía encendida 24 horas, acompañado por dos guardianes que se relevaban cada tres horas y que no le dejaban solo ni siquiera para orinar. Son los recuerdos que el artista, escritor y activista chino Ai Weiwei tiene de los 81 días de su calvario particular a manos del régimen de Hu Jintao, desde que fue detenido en el principal aeropuerto de Pekín el pasado 3 de abril bajo dudosos cargos de “evasión de impuestos” cuando iba a tomar un vuelo hacia Hong Kong.
"Está diseñado como una tortura mental y funciona bien", confesó Weiwei a sus allegados tras su puesta en libertad el pasado 22 de junio. Durante los casi tres meses que duró su cautiverio, Ai fue interrogado por la Policía en más de cincuenta ocasiones y aunque oficialmente estaba acusado de evadir al fisco, los oficiales le preguntaban sobre su participación en una conspiración para organizar revueltas inspiradas en los movimientos árabes de este año.
Para obtener su libertad, el artista firmó una confesión en la que reconocía haber evadido impuestos a través de su negocio de arte y acordó pagar el dinero al fisco. Una libertad condicionada a su «voto de silencio», un precio muy caro para una de las voces más críticas con las políticas del régimen. Los meses anteriores a su detención, el creador del famoso ‘Nido de pájaro’ -el estadio de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008- había mantenido en Twitter una actitud contundente contra las autoridades chinas, defendiendo una apertura democrática. Un año antes, Wei Wei había investigado el incendio que provocó decenas de muertos en Shanghái y el derrumbe de escuelas por un seísmo en la provincia de Sichuan en 2008. El afamado artista se había convertido con el paso del tiempo en un enemigo para el Imperio del Sol.
Recupera la palabra
Pero los intentos del régimen chino por amordazar al reconocido artista no han sido suficientes. A sus 54 años, Ai no ha podido morderse la lengua más. Un mes después de haber sido liberado, se creó una cuenta social de Google+ donde escribió: “Estoy aquí. Saludos.” La publicación, del 25 de julio, salió con una foto del disidente y una nota que decía: “Aquí está la prueba de vida.”
Repentinamente, el 5 de agosto, reapareció en Twitter: “¿Cómo va?... Abrazos y buenas noches,” publicó. En los días siguientes, Ai fue recuperando paulatinamente la voz. Primero fue un mensaje inocente anunciando que había recuperado peso tras su reclusión: "He comido diez dumplings (empanadillas chinas), mi peso recupera tres kg". Después una foto de la báscula para demostrarlo. Pero el pasado miércoles, toda la fuerza de su indignación volvió a fluir a través de Internet tras acudir a la prisión a ver a Liu Zhenggang, uno de los socios de su estudio, que también fue encarcelado y que sigue bajo arresto: "Ha levantado su mano derecha y ha dicho: ¡Quiero beber agua! Entonces este hombre fuerte se ha echado a llorar... Sufrió un ataque al corazón durante su detención y casi muere", escribió en un tuit. En los siguientes 140 ideogramas, Weiwei denunció la detención que junto a él y Zhenggang han sufrido su contable, Hu Mingfen, su chófer, Zhang Jinsong, y el periodista Wen Tao. "Debido a su conexión conmigo, estas personas fueron detenidas ilegalmente y, a pesar de ser inocentes, soportaron un enorme tormento físico y mental debido a la tortura".
Fuera la mordaza, Ai Weiwei ha vuelto a levantar la voz desafiante contra el régimen. Ahora solo queda esperar que su afrenta no haya colmado la paciencia de Pekín. Hasta la fecha, no se ha producido ninguna reacción del Gobierno comunista, quien sigue defendiendo que su caso no tiene "nada que ver con los derechos humanos o la libertad de expresión", sino con el de un evasor de impuestos que paga su delito.
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