Ciudadanos

Dos meses llenos de asambleas, un trabajo duro de limpieza y una denuncia oficial

Varias asociaciones y colectivos gaditanos han mostrado su disposición a trabajar dentro del antiguo colegio

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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«¡Valcárcel para el pueblo!» gritaron el pasado 19 de junio un grupo reducido de personas que se decidieron a entrar en el antiguo hospicio con el objetivo de recuperarlo para la ciudadanía, cansados ya de ver como la burocracia pasaba factura a un edificio emblemático del siglo XIX. Contaron con el apoyo de la manifestación convocada para ese mismo día por la plataforma Democracia Real Ya y el movimiento 15M que hasta entonces había levantado el campamento en la plaza Palillero. Un broche que consideraron perfecto para poner fin a una de las convocatorias con mayor seguimiento en los últimos años. Con esta poca improvisada ocupación pretendían atraer la atención de todos los gaditanos y poner el acento en la necesidad de recuperar los edificios abandonados de la ciudad. Se habló de 'okupación', de recuperación; se llamó a los dueños del edificio, la empresa Zaragoza Urbana que dos días después de la entrada de los 'indignados' reconocía no estar al tanto de la situación, y sobre ellos planeó una posible orden de desalojo y una actuación policial. No hubo nada de esto, tan solo trabajo, trabajo y trabajo.

Tres días después de la entrada de este pequeño grupo, el antiguo colegio Valcárcel abrió sus puertas a los gaditanos después de haber estado cerrado más de diez años. Fue un momento intenso el que se vivió allí. Abrazos, besos, caras atónitas... todo un abanico de gestos para resumir la sensación que se tiene después de haber conquistado un sueño. Tras las alegrías llegó el momento de poner orden y establecer líneas de actuación para asegurar tanto el exterior como el interior del edificio, todo ello con el beneplácito de la asamblea.

En estos casi dos meses, los integrantes de Valcárcel Recuperado han conseguido limpiar el patio, la planta baja derecha y se han adentrado en la primera planta convertida desde años atrás en cementerio de palomas. Han pedido ayuda a la sociedad para sacar adelante el proyecto y tener unas mínimas garantías de seguridad y a su vez han recibido la solicitud de asociaciones para alojarse allí. Los gaditanos por su parte respondieron, cambiaron el Palillero por La Caleta y llegaron las primeras coplas del carnaval para aportar la banda sonora del movimiento.

Con un poco más de esfuerzo comenzaron a nacer los grandes proyectos que pretenden definir a la Casa del Pueblo. Pequeños talleres, trueques formativos, una biblioteca y el que ha sido el proyecto estrella: una escuela de verano alternativa.

Sin embargo, la sombra del desalojo siempre ha planeado sobre el edificio Valcárcel aunque no ha impedido su desarrollo. Los primeros días se hablaba de policías infiltrados cuya misión era identificar a los propulsores de este movimiento y se miraba de reojo al que portara una cámara. Conscientes de limbo burocrático en el que estaban se sabían seguros hasta que Zaragoza Urbana dio un paso al frente y formuló una denuncia ante las autoridades.

Limbo burocrático

Largo trabajo es el que tiene el juez que lleve el caso de la recuperación del antiguo colegio, algo que sin duda beneficia al movimiento. El juez debe concretar quien es el dueño actual del inmueble ya que Zaragoza Urbana se encuentra en negociaciones con la Diputación Provincial para devolverle el edificio tras abandonar el proyecto hotelero de cinco estrellas. Después de verificar la propiedad, Zaragoza Urbana deberá pedir una orden de desalojo del edificio ya que sin la petición expresa de la empresa, la Fiscalía ni la Policía podrán actuar de oficio. Una decisión que se conocerá tras el verano, aunque puede que no haga falta esperar a tanto.