Prueba de fuerza
Los futbolistas amenazan con la huelga a una LFP preocupada por inflar sus cuentas
Actualizado:Los futbolistas de Primera y Segunda División han aprovechado la oportunidad que les brinda el inminente inicio de la temporada 2011-2012 para hacer valer, mediante el anuncio de huelga, posiciones que no han sido suficientemente reconocidas en las negociaciones con la LFP. Se trata de un pulso que en lo inmediato podrían ganar los futbolistas, toda vez que la propia situación económica de los clubes y el negocio que se mueve en torno al balón precisan la celebración de las sucesivas jornadas de fútbol sin contratiempos. La convocatoria de la AFE demuestra que la Liga de Fútbol Profesional no despierta entre los jugadores la confianza necesaria para continuar dialogando sin una demostración de fuerza; de modo que la vuelta al diálogo requeriría, por parte de la LFP, la disposición de un fondo de garantía suficiente que, salvando las modificaciones legales que pudieran introducirse en la normativa general, asegure el pago de las deudas contraídas con los futbolistas y aquellas que se den en el futuro. La diversidad de situaciones que concurren en los distintos clubes de Primera, y entre estos y los de Segunda, aconsejan el establecimiento de un convenio colectivo de mínimos comunes que permita a las partes alcanzar acuerdos específicos en cada caso. Pero el interés e incluso la pasión que suscita el fútbol no pueden seguir permitiendo que su gestión soslaye los criterios que rigen sobre cualquier otro ámbito de la economía. Los clubes y la Liga tienden a recabar ingresos para afrontar gastos comprometidos con anterioridad en una carrera que ni siquiera se para ante la bancarrota de uno u otro equipo, dando lugar a una burbuja que podría estallar en cualquier momento. De ahí ha surgido la descabellada idea de cobrar por la retransmisión radiada de los partidos, del mismo modo que mañana podrían tratar de implantar un canon al seguimiento informativo de los encuentros. La LFP ha de comprender que el futuro del fútbol español depende de que varíe el orden de los factores, de modo que sus costes se ciñan a los ingresos razonablemente posibles. Es este un reto que han de asumir todos los clubes, incluidos los que parecen más capaces de obtener rendimientos extraordinarios.