DE SOPAPO EN SOPAPO
Actualizado:Ni las decisiones del Banco Central Europeo ni las tibias actuaciones de los gobiernos amenazados por los mercados han conseguido transmitir calma y sustentar el sosiego. Pero lo de ayer fue peor, pues el fuego se corrió hacia dentro irrumpiendo en la bodega que guarda los explosivos. Sarkozy tuvo que interrumpir sus vacaciones, porque ahora los mercados apuntan a Francia y las cosas se ponen serias de verdad. Evidentemente, los mecanismos establecidos hasta la fecha soportaron a duras penas la debacle de Grecia, las angustias de Portugal y el desastre de Irlanda, pero se mostraron muy endebles para sofocar el fuego en Italia y España, y son absolutamente incapaces para abordar el problema si el destinatario de los ataques es Francia. Esto es caza mayor, esto es operar en el corazón abierto del euro, esto es el sancta sanctorum de la Unión Europea, esta es la batalla crucial.
La situación no se arregla con la aportación de unos fondos mal organizados, escasamente cubiertos y discutiblemente eficaces. Aquí hace falta disparar con munición gruesa, dar una respuesta contundente y actuar con la decisión de un ejército conjuntado. No nos jugamos unos días de turbulencias y unas pasajeras caídas de las cotizaciones bursátiles; ahora nos jugamos el modelo alrededor del cual se ha construido la Unión Europea y que ha proporcionado riqueza y empleo a varias generaciones de occidentales.
La deuda de los Estados Unidos suscita dudas y ahora la de Francia genera temores. Espero no parecer frívolo, pero no me extraña demasiado. Sobre todo en el caso americano. Llevan décadas generando un déficit fabuloso y siempre lo arreglan dando vueltas a la máquina de hacer dinero. Como se endeudan en dólares, pagan sus deudas en dólares, pero eso tiene un límite que -irremediablemente- cada día está más cerca. Los republicanos lo plantearon de manera brusca, pero el presidente Obama encara la cuestión de manera frívola. Es necesario ir al meollo del problema. Si no hay ingresos, no se pueden mantener los gastos. Lo saben las amas de casa y no hay ninguna razón para que lo ignoren los gobernantes, que son tan listos. Alguien tendrá que contar la verdad a los ciudadanos perplejos, algún día, en algún lugar. Mientras, así vamos, de sopapo en sopapo.